18 de mayo de 2023Germán, su abogado y yo, por cuarta vez, volvíamos a estar frente al mismo juez al que le había confesado lo sucedido aquel día tantas veces. No sé por qué debía hacerlo repetidas veces, no me interesaba saberlo, no sabía de derecho ni de juzgados, solo confiaba en lo que mi padre y su abogado me decían. Deseando no tener que volver a detallar aquel espantoso día nunca más. Quería olvidarlo, lo intentaba cada día sabiendo que cada noche, cuando mis ojos se cerraban, los ruidos y las luces atormentaban mi cabeza.
Salí del juzgado sabiendo que solo quedaba un pago de quince mil dólares para terminar de pagar la multa que había recibido. Aunque parecía mucho, sabía que era más barato que terminar en prisión, así que, trataba de no quejarme sobre cuánto tenía que pagar.
Les agradecí a mi padre y a Ramirez por lo que habían hecho por mí, no ir a la cárcel significaba no dejar a Poché además de no tener que confesarle que todo era mi culpa.
—Ven conmigo, ratona —dijo mi padre tomándome del brazo y llevándome hasta su camioneta. Seguí sus pasos un poco confundida, esperando que lo que sea que quisiera, fuera rápido.
—Que sea rápido, por favor, quiero volver a casa —le pedí mientras subía al vehículo. Él suspiró mostrándose frustrado y yo no sabía por qué—. ¿Qué pasa?
—¿No te das cuenta?
—No estoy para adivinanzas, dime que es lo que te pasa.
—Poché está consumiendo completamente tu vida y a ti —Fruncí mis cejas tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Sabía que papá nunca había estado del todo de acuerdo con mi relación con Poché, mamá me había contado que él creía que lo mío con ella era solo una etapa, que no era real y que, según él, iba a terminar. Nunca trató mal ni a Poché ni a su familia, por suerte, su imagen y reputación valía más, pero pensaba que luego de más de cinco años de relación iba a respetarnos, iba a darse cuenta de que no se trataba de ninguna maldita etapa.
—¿Estás hablando en serio? —pregunté, sorprendida y dolida—. Creo que estás equivocado en quien consumió a quien.
—Calla —dijo él tratando de no elevar el tono de su voz—. Le podemos mandar dinero y tú puedes salir de esa "relación" para hacer tu vida de verdad —Sus palabras dolían al mismo tiempo que aumentaban un enojo que ha estado instaurado por años dentro de mí.
—Ya no tienes ninguna potestad sobre mi vida, Germán… gracias por la ayuda, pero no quiero volver a verte nunca más —Me giré en busca de abrir la puerta y respirar aire fresco para calmar mi mente y mi cuerpo, pero cuando iba a hacerlo, mi padre me agarró de forma agresiva del brazo, haciendo que vuelva al lugar donde estaba y trabando las puertas con la intención de que yo no intente volver a salir. No era la primera vez que hacía algo parecido, pero era la primera vez que me asustaba.
—¿Tú quién te crees que eres? —dijo con una risa que provocó escalofríos en mi piel—. Todos estos meses he estado ayudándote a ti y a esa mugrosa con dinero, no lo voy a hacer más hasta que no te vayas de esa casa —Esta vez fui yo la que rio. Tratando de dejar atrás el miedo que estaba provocando en mí.
—No necesito tu mugroso dinero.
Una cachetada cayó sobre mi mejilla, fue tan rápido que lo único que pude sentir fue el ardor en mi piel provocado por su mano. Cubrí el golpe con mi mano mientras mis ojos, por los reflejos naturales de mi cuerpo, comenzaban a humedecerse aunque yo no quisiera. De pronto, me sentía humillada por mi propio padre.
—¡No importa que es lo que tenga que hacer, tú te vas a separar de esa mujer porque yo lo digo! —gritó él apuntandome con su dedo índice como si fuera un perro al que están retando por morder algo que no debía.
ESTÁS LEYENDO
Inmóvil
Fanfiction¿Qué pasa cuando el corazón funciona pero el cuerpo no? María José y Daniela son dos jóvenes que sueñan con cumplir sus objetivos y, cuando se mudan a New York, creen tener la vida perfecta. Son felices, tienen los trabajos de sus sueños y disfrutan...