Ya estaba acabado.
Me acercaba al lobby lentamente con las manos en los bolsillos, casi podía escuchar los latidos de mi muerto corazón al ver a los humanos dar como pago su propia alma para cumplir sus fetiches oscuros. Un nido de demonios, seres que podían llegar a ser más fuerte que los vampiros, y ahora yo estoy totalmente agotado y vulnerable. Me sentía como un idiota haciendo fila detrás de un par de humanos en la resección para ser atendido. Allí se encontraban dos sujetos con uniforme, recibiendo con falsa amabilidad a los huéspedes.
-Buenas noches señor - dice tranquilamente uno de estos sujetos al siguiente -¿Qué es lo que desea esta noche? Si viene por diversión podemos hacer cualquiera de sus deseos realidad o ¿viene solo a hospedarse? -su sonrisa no vacilaba, el joven humano lo medito un corto momento, pero al final se decidió solo por una habitación, lo atendieron como se debía, entregándole una tarjeta negra para entrar a su habitación.
El otro hombre frente a mi parecía ser un cliente habitual ya que ni siquiera le hicieron las preguntas comunes. Solo le dieron la bienvenida y sin más le entregaron una tarjeta color roja.
-espero que se divierta señor -se despide de este sujeto llegando así por fin mi turno. Los ojos de este sujeto se posaron en mí y me recorrieron de arriba abajo lentamente sin ninguna pizca de vergüenza -¿has venido a divertirte? -dijo mojando sus labios.
-dejémonos de idioteces -respondí de inmediato ganándome una mirada seria -no estoy aquí por sus juegos estúpidos, necesito hablar con quien esté a cargo -voy directo al punto.
-¡que frio! -Suelta con un aire de decepción -no entiendo porque casi todos los vampiros son iguales, sabes -hace una mueca divertida -tener sexo con un demonio es una de las mejores y más efectivas formar de darle calor a un cuerpo frio como el tuyo.
-¿no escuchaste lo que dije?
-si es por mi apariencia, no hay problema, puedo cambiarla a la que tu desees -ríe, obligándome a respirar profundo.
-necesito hablar con quien esté a cargo -repetí, el solo suspiro y me entrego una tarjeta roja.
-ve al ascensor y usa la tarjeta roja, espero que decidas divertirte, al final en este lugar siempre hay algo para todos, tú no eres la acepción -sonríe muy seguro de sus palabras.
Sin decir nada fui directo al elevador, y este parecía fuera de funcionamiento, el tablero simplemente estaba aparentemente dañado y había una pequeña ranura donde claramente debía introducir mi tarjeta. Al hacerlo, el tablero antes dañado empezó a desprender un espeso brillo carmesí y las luces del lugar comenzaron a fallar una y otra vez.
Bienvenido al infierno, decía la pantalla y los números empezaron a marcarse solos, tres veces, hasta tener el numero del piso al que iría, 666.
El maldito elevador se sacudió de forma violenta empezando a moverse y de panera extraña en vez de subir o bajar se movió hacia un lado para luego empezar a descender. Si Dios pudiera escuchar mis plegarias no dudaría en rezarle. La velocidad de esta cosa me hacia esforzarme en mantenerme firme y no caer, luego de unos minutos esto simplemente se detuvo, de golpe haciendo a mi equilibrio vacilar y las puertas se abrieron de par en par.
Esto era como un maldito bucle, o por un segundo lo pareció, pues nuevamente estaba entrando al lobby del hotel, solo que ahora era realmente tétrico y el olor nauseabundo de muerte y demonios empezaba a darme dolor de cabeza. Las paredes estaban totalmente manchadas, de sangre, mierda y solo ellos sabrán de que otras viscosidades. Todo el sitio estaba realmente oscuro, una lámpara titilante de escasa luz amarilla en una mesa lejana siendo el único apoyo.
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Sociedad Oscura
Aktuelle LiteraturLos Humanos creen vivír en la cima del mundo, en el punto más alto de la cadena alimenticia, pero solo son unos ilusos nosotros vivimos aquí, frente a ellos, tan cerca que con solo extender nuestras manos podríamos alcanzarlos y arrebatarles la vida...