Sociedad Oscura

CAP XXIII Sangre y Sombras

Por un rato solo quise desaparecer cerré mis ojos tratando de ordenar mis ideas, me encontraba en un tremendo aprieto. No encontraba ninguna solución o forma segura de salir de esto. Radian se encontraba aun recostada sobre mí, a la espera de alguna palabra mía, pero debía ser muy cuidadoso con cualquier cosa que diga. Si ella se entera por alguna razón que la sociedad oscura ya se reunió conmigo, nada la detendría a forzarme a seguir sus órdenes ya sea a la fuerza. Ella al notar mi silencio se giró quedando de frente hacia mí, sus ojos azules me observaban con detenimiento escaneando mi rostro, sonrió de una forma dulce antes de dejarse caer nuevamente sobre mi pecho.

-¿es tan malo estar conmigo, o lo que quiero? –pregunto ella con una voz suave.

-tu y yo no somos iguales, yo no quiero la guerra, ni estar luchando contra medio mundo para tomar el control. Yo solo quiero volver a mi silla en la esquina del salón y tener paz –en ese instante los ojos de radian se tornaron rojos, me sujeto del cuello con fuerza obligándome a echar mi cabeza hacia atrás. Paso su lengua por mi cuello hasta llegar a mi oído y con su mano libre me tomo del cabello asegurándose de que no pudiera mover ni un musculo.

-tu bien sabes que eso ya no es posible. Tal vez no sea a mi lado, tal vez tu y yo terminaremos tratando de matarnos, pero escucha bien esto, la hora de escoger quien gobernara bajo el sol se está acercando y todos querrán tenerte entre sus filas o eliminarte para que no estorbes.

-sabes ya estoy aburrido –dije volviendo mi rostro hacia el frente sin importar cuantos de mis cabellos se quedaran en sus manos. Esta vez fui yo quien la tomo por el cuello, apretándola con fuerza. Sus ojos se llenaron de sorpresa sin embargo no intento apartarme. Se quedó viéndome fijamente. Yo me puse de pie levantándola del cuello para arrojarla a la cama, su cuerpo en el aire se convirtió en sombras y desapareció para aparecer a mi espalda y empujarme yo clave mis pies con fuerza al suelo para recobrar el equilibrio, pero ella salto a mi espalda obligándome a caer a la cama.

- ¿contigo todo debe ser así? No sé si estas por matarme o simplemente quieres sexo.

-pues te veo y quiero sexo, pero también quiero aplastarte. Sabes es así como esas novelas juveniles de amor y odio –ella se subió sobre mi cintura- yo sería feliz teniéndote dentro de mi mientras entierro mi uñas en tu pecho causándote dolor.

-pues hoy no será, no puedo gastar todas mis fuerzas en sexo antes de un combate con un monstruo –dije riendo mientras la bajaba de encima para sentarme en su cama- ¿Qué te hizo pensar que podrías crear un vampiro con las habilidades exactas que necesitas?

-sé que suena descabellado, pero aun si la posibilidad fuera baja debía intentarlo. Además no estaba sola –susurro a mi oído- ¿porque crees que es tan poderoso?

Al decir esto comenzó a reír a carcajadas.

- esta noche te enfrentaras a una abominación ¡creada por dos de los ancianos de tu clan! –al finalizar su oración se convirtió en oscuridad y salió de la habitación, sabía que las posibilidades de que Radiant estuviera trabajando con otro anciano no eran nulas pero tampoco me esperaba que este monstruo fuera una creación de dos ancianos.

¿Cómo podría calcular que tan fuerte es este asesino?

Me puse de pie dispuesto a salir de esta habitación cuando la puerta se abrió. Por ella entro una chica, vestida de camarera, podía sentir que era humana pero su olor era bastante fuerte y desagradable, ella traía una bandeja en sus manos y sobre esta una copa llena de sangre, la sujeto y me la extendió.

-¿Qué es esto? –pregunte de inmediato viendo a la chica a los ojos, ella estaba inmóvil en su lugar.

-Radiant lo envió para ti, dijo que era de la mejor calidad que necesitas estar descansado y lleno de energías para el combate –la copa de sangre desprendía un aroma agradable pero como podría confiar en Radiant, introduje uno de mis dedos en la copa y lo lamí para sentir el sabor de la sangre. Era exquisito. Sujete la copa y sin pensarlo más comencé a tomarlo, cuando quedaba un poco menos de la mitad decidí girar la copa y arrojar al suelo su contenido, antes de manchar el suelo con esto abrí un portal oscuro para que el líquido rojo se perdiera en la oscuridad.