Capítulo 22

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BRIDIE

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BRIDIE

El dolor se extendía por todo mi cuerpo, aunque no supiera dónde estaba cada parte de mi ser.

Era desconcertante cuando mis recuerdos venían de manera abrupta y se alejaban. No sabía que era real o que era mentira y aun así el suplicio no se iba, ni la oscuridad y trataba de mantenerme a flote a la realidad.

Oía lo que pensaba como una voz que estaba ahí diciendo lo que debía o no hacer, y a la vez, mi cuerpo reaccionaba a eso que crecía en alguna parte de mí. Se estaba adueñando de todo, ni siquiera mi propia mente era confiable y esa era la peor parte. No era consciente de nada.

Al abrir los ojos a la realidad solo podía ver mi cuerpo desnudo y sudoroso colgado de las correas y las cadenas a un muro de azulejos blancos. Tenía la fuerza suficiente para romperlas y salir corriendo, pero no lo había hecho aún por miedo a que el monstruo en el que me estaba convirtiendo fuera a matar a alguien.

El olor que emanaba era asqueroso y nauseabundo. El vómito me escurría por la barbilla hacia el pecho y manchaba el suelo, la sangre escurría de los brazos y las rodillas con la piel pelada por tanto movimiento. Quería que alguien me abriera la piel del pecho y me sacara el corazón justo ahora y así ahorrarme todo el maldito arrepentimiento.

Si hubiera sabido que éste era el resultado, jamás hubiera salido de Tybee y hubiera preferido quedarme a lado de mi madre. La necesitaba más que nunca, quería que me abrazara y me dijera al oído que todo iba a estar bien. Tampoco me hubiera ido del lado de Andelin. Sabía que él estaba dispuesto a quedarse conmigo pasara lo que pasara. Era yo quien había sido un cobarde que no estaba listo para dejarle ver lo que realmente era. Toda la vida me dijeron que no debía dejar que nadie nunca supiera que era diferente, que no abriera mi corazón a extraños ni revelara que no era un humano.

Cuando al fin encontré a alguien que no le importaba en lo más mínimo esa condición y tenía sentimientos por mí, que parecía que en este mundo es muy difícil de gritar, decido arruinarlo por completo. Lo había lastimado en más de una ocasión... La última vez le dije que no lo amaba, mientras me veía pudrirme en mi propia miseria... Limpio mi vómito y no le importo absolutamente nada. Quizá Andy era mejor que yo y no lo merecía. No quería hacerle daño, no quería que el monstruo me controlara... Sabía perfectamente que Andy podía matarme y debía ser él quien lo hiciera por las cosas por las que lo había hecho pasar.

No había podido hacer nada, el monstruo se alimentaba de mi corriente vital, lo que lo había hecho crecer mucho más rápido. Cuando estaba dentro de Jeff, se alimentaba de sus emociones, y Jeff siempre fue demasiado oscuro.

Oscuridad, esa era la jaula a la que el monstruo me enviaba cuando trataba de alejarlo de mis pensamientos y mantenerme a flote. Era una voz dentro de mí que ni siquiera me dejaba dormir. Trataba de corromper todo a toda costa con pensamientos oscuros sobre las personas que amaba, más específicamente, sobre Andy. De alguna manera quería que lo aborreciera para así estar lo más seguro de que no iba a detenerme llegado el momento.

El Brillo de la Luna #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora