Está agotada. Mañana dependerá de otro día para soñar con las noches de las que nunca despierta. Entre juicios y adoctrinamiento, se bebe los miedos del desamparo en cada sobresalto. El olvido al porvenir de la tempestad.
La bestia en su acto natural de brutalidad la deposita por debajo del voladizo ininterrumpido de lágrimas errantes y desorientadas. Desciende sobre los canales de aludes hasta los anillos de colores ocres. Le deparan las aglomeraciones de inmundicia con aromas acres.
Todavía puedo verla llorar. Gota, gota, gotas. Con su depósito, un río, y aún llega nuestro hedor a arrogancia.
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Cutícula
NouvellesRelatos acumulados y compuestos por la ficción encontrada en el deslumbre cotidiano de mi ciudad.