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Buenas fuentes me aseguran que la señorita Archer ha recibido su propuesta de matrimonio.
Oh, queridos...
REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
mayo 1813
AIMÉE JASMINE ARCHER RECIBIÓ SU PROPUESTA DE MATRIMONIO, ¿y ahora?
La vida de ambos había sido perfecta durante aquellas semanas. La rutina que Anthony y Aimée habían establecido seguía llevándose a cabo, a excepción de algunas mañanas que el vizconde no pudo asistir por sus obligaciones, pero que ella disfrutaba con Penelope Featherington y Eloise Bridgerton paseando o cotilleando mientras tomaban el te.
Desde que le dijo que la quería, Anthony lo había repetido con suma constancia, queriendo hacer ver a su amada que lo que sentía era completamente cierto. El enamoramiento de ambos aumentaba con cada segundo que ambos compartían, y cada vez que el momento íntimo, como Alexandra lo llamaba, estaba a punto de ocurrir, se interrumpía.
Aimée se separó de Anthony, pero él la volvió a atraer a su cuerpo para besarla de nuevo. Ella se rió suavemente cuando la barba incipiente del rostro del vizconde le hizo cosquillas en el cuello, pero él hizo caso omiso y otra vez la apoyó contra el árbol. Sus labios buscaron los de ella, y ambos se envolvieron en otro de sus besos apasionados que los dejaban sin aliento. El ambiente entre ellos se notaba cada vez más denso, más desesperado. Anthony necesitaba estar con Aimée, y Aimée necesitaba estar con Anthony, pero ambos sabían que no era el lugar ni el momento para que eso ocurriera.
Cuando Anthony notó que había algo en sus pantalones que empezaba a molestarle supo que era el momento de alejarse y tratar de recobrar la poca cordura que le quedaba. Aimée hizo un puchero y abrazó a Anthony por el cuello para darle otro beso.
—Creo que debemos parar—dijo Anthony entre beso y beso. Aimée emitió un sonido de queja—. Como no pares de besarme, te voy a llevar conmigo a casa y no nos van a volver a ver jamás—el vizconde decía una cosa, pero sus manos hacían otra muy diferente, pues acariciaba la anatomía de Aimée sin querer soltarla.
La parte íntima de Anthony empezaba a doler, y necesitaba parar o tendría un percance... Un percance como llegar a casa con el pantalón manchado. Aimée sabía que ambos estaban al borde de lo que conocía como "el momento íntimo", y que eso no debería ocurrir aún, pero ¡se sentía tan bien! Cada vez era más difícil aguantar, y cada vez tenían menos interés en alargar la situación.
Suspirando ambos se separaron y trataron de recuperar la respiración. Las mejillas de Aimée estaban sonrojadas y su cabello ligeramente despeinado, y Anthony se deleitó ante la imagen tan sensual. El vizconde también tenía su cabello despeinado, y una fina capa de sudor cubría su frente y su cuello. Aimée, sin poder evitarlo, miró hacia abajo, donde había un bulto que era imposible no apreciar.
