𝟖

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ANTHONY BRIDGERTON TENÍA CLARAS SUS DECISIONES, pero ¿cómo podría negarse?

Aquella mañana, cuando Lady Danbury se fue a tomar el té con la reina, Simon Hastings y Aimée Archer aclararon todo lo que había ocurrido la noche anterior. El Duque se sinceró y le explicó que cuando la vio años atrás en Francia, se sintió atraído, y que ese sentimiento había vuelto cuando se reencontraron. Simon no supo si había hecho lo correcto en decírselo, y además, besarla, porque tal vez Aimée se sentiría presionada u obligada y eso era lo último que él querría. De nuevo, le pidió disculpas por el beso, y de nuevo, Aimée le dijo que no tenía que hacerlo. Sin embargo, Lady Archer estuvo bastante apenada pues en aquellos momentos en Francia, ella sintió algo por él, pero con el tiempo, eso se esfumó: Ella pensaba que Simon no sentía nada por ella, ni que quisiera contraer matrimonio con ella, así que enterró esa atracción para siempre. Por otro lado, si algo tenía claro ella era que había entregado su corazón a otro hombre, al primogénito de los Bridgerton, para bien o para mal. Y que no podría corresponderle. Ya no. Simon escuchó a la joven y comprendió que esa lucha era en vano, Aimée ya era de otro. Así que, aunque le dolía el corazón, besó su frente y ambos decidieron dejarlo todo atrás.

Al menos una decena de ramos de flores llegaron a casa, y Aimée deseó, con todas sus fuerzas, que al menos uno fuera de Anthony, pero al leer las tarjetas, sus ilusiones se volvieron a romper. Estaba claro que ese hombre no sentía nada, y ella debía aceptarlo de una vez. Alexandra, que estaba a su lado, le tocó el hombro.
-El conde está bastante interesado en que esta noche le guardes más de un baile-le dijo. Aimée se encogió de hombros-. ¿Qué pasa?
-Creo que no voy a ir-Desde que subió la noche anterior a su habitación se planteó el no asistir al baile usando la excusa de estar enferma porque no quería incomodar más a Simon, ni quería ver a Anthony y ser testigo de cómo él la ignoraba.

-¿Cómo? Debes estar de broma.
-No, Alex. No estoy de broma. No estoy de humor para ir a un baile ahora mismo.
-Aimée, si querías venir a pasar una temporada londinense por los bailes y los vestidos, ¿vas a quedarte en casa por un idiota?-la joven, sorprendida, abrió los ojos y fingió no saber de qué hablaba su doncella-. Sabes que hablo del vizconde. No quieres ir porque no te ha enviado ni siquiera un mísero ramo de flores. La Aimée de hace unas semanas se hubiese puesto un vestido precioso y hubiese bailado hasta no poder más, y la Aimée de ahora no es capaz de hacerlo porque está enamorada y el tipo es demasiado imbécil para hacer algo al respecto.

Aimée suspiró, y se mantuvo en silencio. Al final tuvo que darle la razón a Alexandra: Nunca se había enamorado de nadie, y no entendía demasiado bien qué eran todos los diferentes sentimientos que Anthony Bridgerton le producía, pero si comprendía a la perfección la decepción por los ramos de flores, ya que él, de esa forma, mostraba su desinterés. Al menos eso le habían inculcado a ella. Desde que era una niña había escuchado que el interés de un caballero se mostraba por los detalles, especialmente las flores, que enviaban, y por los paseos al mediodía que proponían. Varios hombres le habían enviado flores, y Lord Fitzwilliam era uno de ellos, que, además, la invitaba a pasear. El vizconde no había hecho absolutamente nada de eso, y lo que ocurría cuando estaban juntos se resumía en discusiones e insultos. Le molestaba que él no se hubiese preocupado en enviarle ni siquiera una simple flor, pero no por la flor en sí, sino por el detalle y lo que significaría si lo hiciese. Eso demostraría que él pensaba en ella, y que sentía algo, pero no ocurría nada.

Una vez terminó de tomarse el té, su humor había cambiado. ¿Qué demonios? Ella era Aimée, y no se permitía estar deprimida más tiempo del justo y necesario. Así que, vistiéndose con su mejor traje, colocándose su mejor perfume, y usando más rubor, estuvo lista para disfrutar la noche.

𝐒𝐀𝐃 𝐁𝐄𝐀𝐔𝐓𝐈𝐅𝐔𝐋 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐈𝐂 |a. bridgerton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora