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Lady Archer, el alma del desayuno en palacio... Nótese la ironía.
¿Algo que debamos saber?
REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
mayo 1813
DURANTE ESE DÍA PASARON MUCHAS COSAS PARA EL VIZCONDE, pero nunca esperó ver la muerte tan cerca.
Violet Bridgerton separó las cortinas con fuerza.
El sol de aquella mañana londinense penetró por las ventanas despertando, de muy mala forma, al vizconde, que estaba, cómo no, de resaca.
—Piensas quedarte en la cama, ¿cuánto? ¿Los próximos cincuenta años? Es casi mediodía.
No iba a durar cincuenta años más, ironizó el vizconde en su mente.
Anthony puso la almohada encima de su cara, pensando que en cualquier momento se volvería a desmayar por el dolor de cabeza.
—He venido a hablar contigo. Ahora—insistió su madre y recogió una de las botellas tiradas al lado de la cama. Negó con la cabeza, cansada de ver siempre la misma escena, y la colocó en la mesa.
—Madre, no es buen momento...
Violet rodó los ojos y suspiró dramáticamente:
—Oh, ¡qué novedad! Desde tu nacimiento, hijo mío, para ti nunca ha sido un buen momento para conversar, y aún así, no me ha importado. ¿Por qué crees que lo haría ahora?
Anthony suspiró, dándose por vencido. ¿Quién podría disuadir a su madre? Colin, Colin podría, pero él desde luego que no, y Colin no estaba allí.
—Está bien, habla, pero que sea breve y conciso, por favor.
—Quería saber cómo estaba mi primogénito, que es un vizconde, ¿sabes? Y tiene responsabilidades como tal... Responsabilidades que ha estado desatendiendo y que ha de cumplir. Mi hijo mayor, el que ha desaparecido de la faz de la tierra para emborracharse y hundirse en la miseria después de dejar a la joven a la que quería.
Anthony maldijo a sus hermanos por haber abierto sus picos y contarle a su madre lo ocurrido. Sin embargo, a él no le apetecía hablar del tema.
Viendo cómo su hijo no reaccionaba a sus palabras y simplemente la miraba desde su cama, Violet se aclaró la garganta para continuar.
—Hoy, en la Corte, el príncipe Friedrich le ha regalado un collar a tu hermana.
—¿Un collar? ¿Y ella lo ha aceptado?—Violet asintió rápidamente. Él recordó que le había prometido al príncipe llevar a su hermana al combate de boxeo, que se celebraba en un par de horas, y deseó no haberlo hecho. ¿Y si estaba el hermano de Friedrich allí? No sabía cómo iba a reaccionar, pero había dado su palabra y debía cumplir.
