Son las dos de la mañana y no puedo dejar de escuchar nuestras canciones, aquellas de la lista que te regalé para tu cumpleaños. Yo misma te escribí una canción, pero me dio tanta vergüenza que supieras a ciencia cierta sobre los sentimientos que se revolvían en mis entrañas que no te la di. Odio esa canción, pero no puedo odiar las demás.
Ellas fueron mi manera de decirte que me importabas. Demasiado. Nunca supe si las escuchaste todas. Nunca supe si significaron algo para ti.
Para mí sí. Deberías verme ahora, acurrucada entre mis mantas en la cama, con un surco de lágrimas renovado. Voy a morir llorando, Chase, y ya ni siquiera estoy segura de por qué lloro. ¿Es porque no te tengo? ¿Es porque nunca te tuve en realidad?
Necesito dormir, pero solo puedo escuchar la música, golpeando en mis oídos, clavándose en mi pecho. Tengo ese problema. La música es mi manera de expresarme y todas las letras son mis risas y mis llantos, mis éxitos y mis fracasos.
Tú te reías de eso.
Creo que ahora lo sé. Mis canciones no significaron nada.
* * * * * *
Me levanté sintiendo tus labios sobre los míos. Ni mis sueños quieren dejarte ir. Debe ser la tercera vez que sueño contigo desde que decidí dejarte. Y si pude decidir aquello es porque me empujé a mí misma a hacerlo. Fue mi parte racional la que me obligó a tomar esa decisión. Mi razón me empujó a ser valiente mientras que mis sentimientos me tildaban de suicida.
Pero te dejé.
Te dejé porque no te importaba. Mientras que yo seguía cayendo y cayendo y cayendo, mientras que con una mirada tú ya me conquistabas, no había nada que yo pudiera hacer para ganarte. Y lo intenté todo.
Dime... ¿Quién fue? ¿Quién llegó antes para romperte el corazón y dejarte tan vacío? Porque yo no fui. Te dejé, no porque no te amara, sino porque tú no me amabas. Te dejé porque nunca lo ibas a hacer, y siempre lo supiste. Quizás yo también, pero no lo quise ver.
Chase, yo merecía mucho más. Mi amor no te interesaba en lo más mínimo, mientras que yo me esforzaba por ganarme tu cariño. Y cuando te dejé... Cuando por fin lo hice, ni siquiera miraste atrás. Dijiste que te daba igual.
¡Que te daba igual!
¿Cómo alguien puede ser tan monstruosamente frío? Me estaba rompiendo enfrente de ti. Viste las rajaduras, viste cómo comenzaba a resquebrajarme. Viste mis estructuras agrietarse, mis defensas destruidas. Me viste a mí, como una niña indefensa cuyos ojos se enrojecían y cuya respiración se hacía irregular. Viste todo. Supiste que me habías quebrado. Y, aun así, lo dijiste.
Pasaste de ser la víctima a causar el mismo dolor que te causaron. ¿Qué ganaste con ello? ¿Eso sí te hizo feliz? Me gustaría saberlo. Me gustaría oír todas tus excusas.
Siempre las tuviste, no importaba para qué. Tenías excusas para todo, excusas que me hacían sentir culpable. Pero ya no me siento culpable. Ahora veo que desde un principio fui yo la que tenía las de perder. Pero hay algo que nos diferencia, Chase. Tú no tienes arreglo. Yo sí. Y de mí depende encontrar la manera de recomponerme.
Tengo todo el tiempo del mundo para encontrarla. ¿Sabes por qué? Porque ya no estoy buscando la manera de arreglarte a ti.
* * * * *
Dylan me esperó esta mañana y yo no lo llamé. Lo olvidé. Esperó por mí por dos horas y no se quejó ni una vez cuando me vio llegar. Dylan es todo lo que debí haber deseado. Es a quien debería haber escogido.
Te escogí a ti, Chase. Siempre fuiste tú, a pesar de todas las advertencias y de cada alarma roja que se disparaba en mi mente. Fui una tonta. Lo sigo siendo. Por lo menos lo admito, lo cual es un avance. Cargo con mi culpa. Con la culpa de quererte, con la culpa de tener esperanzas. Cargo a cuestas con tantas cosas, tantas...
Dylan me estrechó entre sus brazos como si fuera la persona más importante. Me apretujé contra su pecho, ocultando mi rostro, pensando que probablemente él lo fuera para mí. Quizás, si cerraba mis ojos, las cosas cambiarían.
Uno. Dos. Tres.
Cuando volví a abrirlos, todo seguía siendo igual. Mi dolor estaba intacto y Dylan esperaba a que dijera algo. Quise llorar, por muchas razones. Pero no lo hice.
—Lo siento. —Le dije, sin mirarlo. No creo que resistiera si lo veía directamente. Mi valor se había esfumado.
—Creo que tienes demasiado que sentir como para añadir esta nimiedad. Vamos, Emma.
Me llevó a mis lugares favoritos, a todos aquellos a los que no te había llevado yo a ti. También me habías quitado eso, Chase. No podía volver a donde estuvimos juntos. No estaba lista. Te habías apropiado de esos lugares. Te apropiaste de todo, hasta de determinados colores, ciertos gestos, palabras particulares. Todo llevaba tu marca.
Ya quiero que te vayas, Chase. Puede que yo te haya dejado, pero tú no me dejas. No te vas de mi mente. Donde estaba mi corazón quedó un agujero donde tus recuerdos se alojaron. Uno atrás de otro se acumularon, se entrelazaron, se retorcieron, desbordaron. Ya no había más espacio y se diseminaron por el resto de mi cuerpo, anidando en cada centímetro libre de ti. ¿Cómo se supone que te saque de mi sistema?
Dylan es paciente. Solo se queda conmigo, sin pretender que descargue mi alma con él ni que ría de todos sus chistes. Río de algunos, pero mi risa sale ahogada. Lo estoy intentando muy duro y creo que no se nota en lo absoluto. Él, sin embargo, no dice nada. Sabe que soy un desastre, que soy frágil y endeble y que ya no lo soporto.
Es increíble lo que hiciste conmigo, Chase. Y es todavía más increíble que yo te haya permitido hacerlo.
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De tu ex, con amor (Emma & Chase #1)
Художественная проза"El pasado no es pasado si lo llevas contigo. Es hora de dejarlo ir". Emma podría correr cuanto quisiera, podría huir, podría entregarse al silencio y pretender que nada había sucedido... Pero jamás podría acallar las voces que habitaban su cabeza...