26 de octubre de 2013

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Ayer tuve una idea. Mejor dicho, tuve una especie de revelación.

Tenía que dejar de ocultarme.

Tenía que volver a ser yo.

Tenía que recuperar lo que había perdido.

Y, para eso, tenía que dejarles saber a mis amigas qué es lo que sucedía.

Las llamé una por una y las invité a casa, luego de saludos efusivos y charlas cortas que podrían calificarse como innecesarias pero que a mí me alegraban el alma. Incluso invité a Dylan, aunque él ya supiera lo suficiente. Él había estado ahí desde el principio y sentí que, simplemente, era lo correcto que el estuviese a mi lado.

Esta tarde, las verdades ya no serían calladas.

No todas.

* * * * *

Judy, Leila e Isabelle se sentaron justo frente a mí, a la espera. Dylan ocupó un asiento junto a mí, ofreciendo su incondicional apoyo en un estoico silencio.

Y comencé a hablar.

Errores, horrores, sombras, fantasmas... Un aquelarre completo se hizo presente en mi mente y en la habitación donde mis palabras se transformaron en espadas ensangrentadas. Grietas me atravesaban, expulsando una oscuridad insondable.

Lo bueno es que esas grietas también dejarían entrar la luz.

Hablé sobre nuestra ruptura, hace casi tres meses.

Hablé del antes y el después.

Hablé de la pequeña Emma.

Hablé de la doctora Liessen.

No callé, al fin, no callé y lo dije y lo enfrenté y asumí que ellas merecían saber.

Y yo merecía ser libre y ser feliz.

¿Y cómo se puede ser feliz ocultando todo eso?

Chase, es algo que tú también deberías aprender.

Nunca serás feliz si la sigues ocultando a ella y a todo eso que te consumía. Que te consume.

Necesitas dejarlo ir, como yo necesito dejarte ir a ti.

Y lo puedo sentir... Cada vez estoy más cerca.

* * * * *

Hubo abrazos y hubo llanto. Hubo algunas sonrisas entre la aberración y el dolor. Y, luego de todo, me empapé del apoyo de quienes me querían. Y se sentía tan bien, pero a la vez derramaba migajas de pánico. Sentía una adrenalina que se arremolinaba en mi estómago y me aceleraba el corazón.

Era lo correcto.

Dylan se mantuvo al margen, pero nunca se apartó. Solo me daba el espacio que necesitaba. Le sonreí tímidamente y, en un acto heroico, aferré una de sus manos.

—Nunca vuelvas a alejarte así, Emma. Nosotras estamos para ti, siempre. —Leila se enjugó una última lágrima, embarrando aun más su maquillaje corrido—. Deberías habernos dicho algo. Algo. Si solo hubiéramos sabido... Lo siento, Emm. Siento no haber estado para ti.

—Lo sentimos —añadió Isa. Judy asintió, con al pena grabada en su rostro.

—Yo lo siento más. Siento haberlas apartado de mí.

Siento haberme dejado ir, a ningún lugar.

Eran tres meses que no podría recuperar.

Era una vida que había malgastado.

Una vida que todavía no acababa y que planeaba retomar.

Pegaría un volantazo y la encausaría por el camino que nunca debí dejar.

De tu ex, con amor (Emma & Chase #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora