CAPÍTULO TRES.

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Seungcheol liberó un suspiro frente a su computador. No tenía idea de cuantas horas llevaba ahí sentado y la carga de trabajo parecía simplemente no disminuir ni siquiera un poco.

Hacía un par de horas que había enviado a casa a su asistente, pues opinaba que aquella mujer no tenía que lidiar con las mismas responsabilidades que él, especialmente cuando tenía un pequeño de tres años esperándola en casa. Aún así, era consciente de que él por sí mismo probablemente no podía hacerse cargo de todo y ahora se lamentaba al estar ahí, a las once de la noche sin poder ir a casa.

Su teléfono celular vibró sobre la mesa, pero Seungcheol ni siquiera fue consciente de ello, pues un nuevo correo electrónico apareció en su pantalla, dándole más trabajo a su de por sí apretada agenda.

Su puerta fue golpeada un par de veces, pero eso también pareció lejano para la mente de Seungcheol, así que la puerta se abrió sin permiso sólo para dejar ver a Joshua del otro lado.

-Vas a enfermarte si sigues desvelándote tanto-dijo el chico extranjero al mismo tiempo que dejaba un vaso de café en el escritorio de su compañero.

Seungcheol reaccionó enseguida ante esa voz y solo pudo sonreír ampliamente. Joshua era la única persona en la oficina que podía lograr sacarle una sonrisa en un momento tan estresante como ese y escucharlo siempre le daba una sensación de alivio.

-¿Y tú qué haces aquí tan tarde?

-Me quedé a terminar unos pendientes para irme temprano mañana ya que tengo que ver lo de mi nuevo apartamento, pero pasaba por aquí y vi tu luz encendida. ¿Lo que sea que estés haciendo no puede esperar hasta mañana?

Seungcheol negó con la cabeza-no, tengo que terminar estos itinerarios hoy para que mañana comiencen a llevarse a cabo.

-¿No se supone que ese es trabajo de Yuna?-Joshua cuestionó enarcando una ceja.

-No. Es que ella lo hizo cuando se lo pedí, pero soy tan estúpido que le di mal la información y ahora debo corregirla-explicó con molestia.

-No eres estúpido, solo estás demasiado estresado y eso va a hacerte daño en algún momento si no dejas de saturarte de trabajo-Joshua recriminó aún conservando esa calma que lo caracterizaba.

-Es que ese es el problema, Shua, que soy el presidente de la empresa y yo debería saber lidiar con todo el estrés que eso conlleva. Un error tan simple como este es imperdonable-expresó, llevando sus dedos a su cabello en señal de frustración.

-Entiendo esa parte, Cheol, pero una cosa es que como presidente tengas muchas responsabilidades, y otra muy distinta es que quieras hacer todo el trabajo tú solo para no molestar a tus empleados. Eres muy bondadoso y eso no está mal, pero tus empleados están aquí por algo. Incluso yo mismo, puedes pedirme lo que quieras y yo lo voy a hacer, no por el hecho de que seas mi amigo porque eso no está a discusión, sino más bien, porque a fin de cuentas soy tu empleado. ¿Entiendes eso? Tu salud también es importante.

Seungcheol no pudo evitar sonreír al escuchar aquellas palabras. Definitivamente Joshua era el mejor amigo que alguien podría tener y él era afortunado de haberlo encontrado. De hecho, muchas veces se había puesto a pensar que, de no tener pareja de la cual estaba perdidamente enamorado, muy probablemente consideraría a Joshua como un excelente partido.

-Tienes razón, Shua. Pero ya no me regañes tanto-pidió, formando un puchero con sus labios que hizo reír al contrario.

-Pues has lo que te digo. Ahora deberías ir a casa, necesitas dormir y apuesto a que tu pareja te espera en casa.

Los ojos de Seungcheol se abrieron con sorpresa, acababa de darse cuenta que de hecho, en toda la tarde, no había llamado a Jeonghan como era costumbre, y antes de que siquiera pudiese tomar su teléfono celular, éste comenzó a vibrar fuertemente en el escritorio.

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