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Después de terminar su última clase llegó a su casa.

Corrió hasta su habitación y como siempre subió las imágenes  a su grupo de fans, leyó los comentarios pacientemente hasta que cerró con fuerza la laptop.

— Oigan yo también tengo vida, no puedo estar todo el tiempo tomando fotografías a escondidas — suspiro recostandose en el asiento.

Unos pequeños toques en la puerta de su habitación se escucharon para después entrar su loca hermana mayor.

— ¡Tae! — grito corriendo hasta el asiento donde estaba el castaño. — sabes que te quiero mucho y que eres mi hermano preferido verdad —

— No presto, no doy y no hago — respondió sin interés mientras pensaba en como sacar a su hermana a patadas.

— No es nada de eso, es otra cosa — agarró la silla girando la para estar frente a frente.

— ¿Entonces que quieres? — miro a su hermana con una ceja alzada.

— Si te lo digo no harás conejo a la parrilla ¿verdad? — unió sus dedos índices con un puchero.

— No me gusta el conejo a la parrilla — la miro con asco hasta que aquella mueca se le esfumó al tener una leve idea de lo que estaba pasando — No, ¿no me digas que tus conejos tienen algo que ver? —

— Es que los dejé en mi habitación pero me fui a bañar y olvide cerrar la puerta y cuando volví — lo miro nerviosa. — estaban en tu habitación y rompieron tus mangas que estaban debajo de la cama —

Un fuerte grito retumbó en toda la casa.

— ¡Hoy si los mato! — corrió por la casa detrás de aquellos dos esponjosos conejitos.

— ¡No!, Te compraré todos los mangas que quieras pero no los mates — chillo detrás de él.

— No los mataré así que deja de llorar hija de la llorona — corrió hasta la esquina dejando sin escapatoria a los dos conejos blancos.

Se acerco y los tomo de las orejitas llevándolos a la jaula y encerrarlos.

— Me tendrás que comprar todos los que estos dos traviesos me rompieron —

— Si, si — sonrió llevando la jaula a su habitación.




Otro aburrido día en la academia.

La única cosa que el castaño disfruta era la equitación, ya podía disfrutar el viento golpear su rostro mientras sentía que volaba entre las nubes, sí, todo eso sí tan solo pudiera subir al caballo.

Sabía montarlo pero el caballo que le habían dado era muy alto y como el era enano pues solo podía subir un pies.

— ¡Dios que hice para que me hicieran tan enano! —

— ¿Es encerio? — Taehyung volteo a ver detrás de él al escuchar una voz.

Sus ojos se abrieron al ver aquél chico que estaba con el pelimenta montado en un hermoso caballo de melena blanca.

— ¿Que cosa? — lo miro confundido.

— No eres tan enano como dices ¿Cuánto mides? — pregunto apretando las riendas.

— 1.60 — él contrario comenzó a reír escandalosamente. — ¿de que te ríes? —

— Es que acaso aún tomas leche — se burló aún más fuerte.

— ¿Que? ¿Tú también aún tomas? porque de los 1.65 no pasas — él contrario dejo de reír y miro con seriedad al castaño.

— Oye, me has caído bien — sonrió haciendo sus dos ojos en media lunas.

— Ni que fuera medicina — respondió volviendo al caballo negro.

Volvió a intentar subir pero no lo logro.

— No puedo pasar mi pierna al otro lado — suspiro cansado.

A los segundos se escucharon unos pasos acercarse, Jungkook sostenía las riendas caminando junto a un hermoso caballo negro.

— Presidente Jungkook — hablo el chico desde su caballo.

— Hola Jimin — sonrió para después mirar al castaño — Hola Taehyung —

— Hola — llevo sus manos a su espalda apretando las con fuerza.

— Veo que tienes problemas para subir al caballo, déjame ayudarte — soltó su caballo y se acerco.

— No gracias estoy bien, Jimin me ayudara — lo miro suplicante.

— ¡Ah! Si ya voy — finjio hablar con los demás, miro al castaño con una sonrisa traviesa — lo siento, me están llamando tengo que irme — sonrió esfumandose rápidamente.

— Maldito enano — susurro.

— Muy bien vamos ayudarte — sonrió tomando al castaño de la cintura.

Los colores se le subieron al sentir la cercanía del otro, con pena se alejo un poco haciendo que Jungkook lo notará.

— No seas tímido solo te ayudaré a subir — respondió volviendo a tomar su cintura acercándolo al caballo. — cuando ya estés por poner la pierna al otro lado te empujarme un poco ¿Está bien? —

— Si — ocultó su rostro.

Cuando Jungkook lo empujó por fin pudo subir sentándose correctamente.

— Listo, ahora puedes disfrutar de la adrenalina — sonrió alejándose para subir al suyo.

Aún podía sentir el tacto de sus manos en su cintura y eso lo avergonzaba más, ocultando su rostro sonrojado.




















TATA —

UN FUNDASHI SUELTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora