Parte 1. El Reinado.

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Cinco meses antes...

—Señores. —me presenté a la enorme sala repleta de los más peligrosos hombres de todo el mundo. Los grandes líderes de la mafia europea se encontraban sentados, fumando puros y bebiendo whisky como los grandes señores que se creen, aunque al verme las copas bajaron y los ojos más violentos y oscuros que a cualquiera pudiesen intimidar se clavaron en mi.

Con mis tacos pisando fuerte sobre el caro mármol del piso caminé con la cabeza en alto.

—¿Quién invitó a una puta? —ríe áspero el jefe de la mafia española— Supongo que es regalo tuyo, Lombardi.

Sonreí y me posicione en el lugar donde debería estar Thomas. Aparte de el de Herzog era el único asiento vacío en toda la mesa.

—Ten más respeto. —ruge Viktor Sokolov.

—¿Qué hace la puta de Breivik aquí? —gruñe el consigliere de Lombardi viéndome con los ojos más despreciables de todos.

Todos en la sala de hecho me veían así, aunque también con curiosidad y morbo puesto que me he presentado con mi mejor traje de ejecutiva color negro y los labios rojos carmesí.

—Vine a informar que ahora en más me haré cargo de el imperio Breivik, la mafia noruega estará en mis manos. —declaré.

Todos los murmullos y las quejas comenzaron tal como yo lo esperaba. Menos Lombardi, él era el único que no decía una sola palabra, como jefe de jefes estaba sentado en la punta con los codos sobre la enorme mesa, las manos juntas y una pequeña sonrisa en sus labios viéndome con diversión.

—No puedes hacer eso. —gruñe uno de los capos— Ese lugar, por ley, le pertenece a Ivar Breivik.

—Además, tú eres mujer. —escupe otro— Las mujeres solo sirven para ser putas.

Ignoré la punzada de odio y repulsión que me provocaron sus palabras machistas y la risa de la mayoría y tomé aire.

—No desde que llevo en mi vientre al heredero de Thomas.

Los murmullos ahora eran más fuertes y llenos de jadeos de sorpresa. Nadie se esperaba eso y mucho menos mi descaro.

—Según las leyes impuestas por Odin el poder se pasa de primogénito a primogénito y como mi hijo aún está en mi vientre y soy la única persona a la que Thomas confió el secreto de el Cristal Rojo me corresponde a mi reemplazarlo. —sonrío mirando a todos los hombres a mi alrededor— No vine aquí a pedir opinión, señores. Vine aquí a informar que verán mi cara más seguido y que por supuesto no me subestimen sólo por ser mujer, les aseguro de que somos mucho más letales y poderosas que cualquier hombre. —al decir eso me levanté con las miradas de todos aún interesadas en mi— Y por último ofrezco una recompensa muy elevada de diez millones de dólares al que me traiga las cabezas de Ivar y su repulsivo hijo.

De reojo pude ver la pequeña sonrisa de diversión de Viktor y su hermano.

Pero obvio que todos los demás estaban totalmente indignados.

—¡No puedes hacer eso!

—¿Quién te crees para tomar el lugar de un hombre?

Los gritos de odio y negación no se hicieron esperar como era obvio pero me importaba una mierda. No iba a dejar el legado de Thomas en las manos de su propio asesino, mucho menos lo que le pertenece a nuestro hijo por derecho.

—¡Lombardi, haz algo!

Todos parecían niños en un jardín de infantes quejándose porque alguien tomó su juguete sin permiso, totalmente estúpido.

El infierno de Ganske.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora