Parte 2. Carlota.

514 38 1
                                    

—¿Y esta dulce criatura? —los ojos de Greyson van hacia mi amiga al lado de Jacob.

—Carly, mucho gusto. —ella le estira la mano pero este la coge besando sus nudillos como lo hizo conmigo.

—Carly, dulce. —se saborea— Bienvenidas a mi casino.

Sonreí de lado notando como ignoró a Jacob que estaba también con nosotras y nos cogió del hueco del codo a las dos guiándonos a dentro. Nos hizo un breve recorrido ya que el casino es enorme, cuenta con cinco pisos y el hotel que está detrás. Un teatro, dos cines, spa, restaurantes donde busques al igual que bares, tres clubes y una piscina inmensa entre el hotel y el casino. El tipo es mucho más que millonario y por supuesto uno de nuestros nuevos y más interesados clientes.

Nathy Peluso sonaba de fondo en uno de los sectores de póker. El lugar tenia un bar redondo en medio totalmente de cristal y las mesas de póker lo rodeaban. Nos llevó a una de las mesas donde el juego ya había comenzado. Seis hombres de trajes jodidamente caros, fumando puros, bebiendo distintas bebidas mayormente whisky, conocía perfectamente el olor. 

—Señores. —Greyson aclaró su garganta y los seis hombres se voltearon a vernos. Miradas intimidantes, llenas de poder y por supuesto dinero.

Nos observaron a ambas detenidamente, cada gesto, lo que vestíamos. Algunos miraban con indiferencia otros con deseo.

— Les presento a la hermosa y poderosa Ganske, dueña del cristal que tanto adoran.

Todo ese silencio se transformó en algunos murmullos y miradas entre ellos.

—No puedo creer que tengamos a la mujer de Beist ante nuestros ojos. —dijo un hombre de más o menos unos treinta y tantos, llevaba barba oscura y el cabello hacia atrás. Su traje era verde oscuro y en sus nudillos tenia tatuados distintos números y un anillo enorme con una esmeralda igual de grande.

—La viuda de Beist querrás decir. —ríe otro. Este era calvo con acento extraño y dos aros de diamantes en las orejas. Su llevaba una camisa negra junto con un chaleco azul, en su respaldo estaba su chaqueta del mismo color y un diente de oro adornaba su dentadura algo amarilla.

—No me he casado con Beist, así que ustedes pueden llamarme Ganske. —sonreí cerrándole la boca a estos dos— ¿Les importa si me uno?

Todos se miraron entre ellos una vez más y, como ninguno objetó, el de acento extraño me invitó a sentarme con la mano.

—Iré al bar. —mencionó Carly en mi oído.

—Vale. —miré a uno de mis hombres y le indiqué que la siguieran. Jacob se quedó detrás mío, al igual que Aleksi y Greyson optó por sentarse al otro lado de la mesa. El dealer nos dio las cartas correspondientes y un mozo se acercó a preguntar si quería algo de beber, por supuesto yo no bebí nada.

—Creo que no nos hemos presentado con la señorita. —habla otro. Este era el que parecía más joven que todos en la mesa, quizá mi edad o un poco más. Llevaba el cabello castaño liso y sus ojos eran verdes, pero de un color potente. Su traje era negro y su camisa era de un rojo merlot.— Mi nombre es Egan, hijo mayor de Franco de Grecia y Dinamarca.

Oh, un príncipe y futuro rey.

—Andrey Sorokin, empresario. —el hombre de acento raro y calvo es ruso, vale.

—Si así llamas a ser un proxeneta. —ríe el hombre que me llamó ''mujer de Beist''— Jack Baker, abogado y empresario. —me desliza una tarjeta de presentación por la mesa y pero la toma Jacob.

Los otros tres también se presentaron solo que todos eran estadounidenses y empresarios muy ricos. La partida había empezado bien para mi, aposté una gran cantidad de dólares al igual que todos.

El infierno de Ganske.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora