Parte 10. La fórmula.

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La música sonando en los altavoces cómo un coro de iglesia.

Cada una de las chicas conocía su puesto y sus movimientos.

Era irónico que el lugar pareciese un palacio pero para nosotras era sólo un jodido calabozo.

Comencé a observar todo, buscar algún punto de fuga, analizar y memorizar cada esquina.

El lugar era grande, oscuro y mucho peor que el que conocí la última vez que estuve en Alemania porque es donde supongo que estoy. Sólo es un principio, no creo que Gunther sea tan tonto de traerme a algún lugar donde puedan encontrarme fácilmente.

Un enorme escenario estaba frente a mi, con cortinas rojas y grandes que pesaban sobre este. Las luces apuntaban justo en el centro de este y había dos de las chicas bailando sobre cada esquina de el.

A cada lado había dos barras con tragos y taburetes dorados. A mis alrededores estaban todos los sillones de cuero blanco y mesas de cristal en el centro, también había cuatro tarimas con caños en ella y en cada esquina jaulas mucho más pequeñas y largas de las que vi la última vez. En las paredes entre cortinas habían cuartos de cristal que se intercalan con cuadros de la realeza antigua. Dentro de los cuartos se encontraban algunas de las chicas bailando solo en bragas.

Busqué cada puerta, cada ducto o salida que pudiese ultilizar, pero solo había dos, en la que entramos nosotras y en la que entran los hombres. Al subir mi vista me encontré con los ojos de Gunther que me veían desde arriba, al parecer era una oficina, su oficina. Desde allí podía ver todo el club y controlarlo todo, no me sorprende.

Su pequeña sonrisa me alteraba pero no iba a dejar que me gane, ya no tengo nada que perder y si me voy a ir al infierno voy a llevarlo conmigo o moriré en el jodido intento.

La el dolor se convirtió en ira.

Y pienso vengar a mi hijo y a Thomas.

En ese momento las puertas se abrieron y de a poco los hombres comenzaron a entrar al lugar, algunas miradas se posaban en mi como si fuese un pedazo de carne en una vidriera y ellos fuesen perros. Sentía como el collar comenzaba a presionarme el cuello.

Al mirar hacia arriba otra vez Gunther ya no estaba más.

Los hombres tomaban a las chicas y las manoseaban como animales. Visualice a Nora y vi que le sonreía a un tio jugando con su corbata llevándolo a uno de los sillones. Este la observaba como depravado mientras que sus amigos pedían tragos y sacaban billetes de sus bolsillos.

Pero el ruido de un micrófono hizo que mi vista volviese al escenario. Gunther estaba sobre este con las luces y los ojos de todos puestos en él.

Comenzó a hablar en alemán pero sus ojos macabros estaban puestos en mi, lo que hizo que recibiese algunas miradas de la gente, hasta de las chicas.

-Démosle la calida bienvenida a la leder de la mafia noruega. Todos seguro ya conocen a la gran Ganske.

Maldito hijo de puta.

-Ella está aquí para complacernos a todos. -sonríe mostrando sus dientes y me llama con la mano- Ven aquí, Emily.

Los aplausos no se hicieron esperar, los silbidos y gritos de los hombres comiéndome con su asquerosa mirada.

Pero no le iba a quedar de pie viendo como los billetes volaban por los aires complaciendo al hijo de puta que estaba frente a mi, así que sonreí y caminé hacia el escenario con la cabeza en alta.

Cuando quedé frente al escenario sentí como el aliento de Gunther perforaba mi piel.

-Tienes dos opciones, prinzzesin. -lo oigo murmurar- O te vuelves la puta de todo mi club o me dices la fórmula del cristal rojo y prometo que te dejaré elegir tus clientes.

El infierno de Ganske.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora