¡Él es mi papá!

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Entramos a la cocina y le ofrecí desayuno, se sentó y agradeció.

— ¿Vas a hacer una fiesta? — preguntó y asentí.

— Sabes que sí... no creo que Lizzie no te haya contado — le contesté y me vio de reojo.

— Yo... pensé que... — dijo dudoso y bastante nervioso. No entendía a donde iba con todo esto, pero me hacía una idea.

— Stan... ella ya sabe como funcionan las cosas, sabe que ustedes tendrán su "after party" y créeme que ella es feliz con eso. Ya superamos hace mucho el no poderte tener en celebraciones públicas — dije mientras servía el desayuno.

— Ese es el tema... sí quiero estar en la fiesta — casi me atraganto con el café cuando lo escuché.

— ¿Qué? Sus amigos y los papás de sus amigos van a reconocerte... no es como si no fueras ya lo suficientemente popular y famoso — sonrió, pero no de felicidad.

— Sé que van a reconocerme... es solo que estoy harto. Al inicio esto parecía buena idea. ¡Pero es horrible! ¿Por qué tengo que esconder lo mejor que tengo en la vida? — trataba de hablar calmado, pero sabía que no estaba tranquilo en lo absoluto.

— Soy consciente del terrible padre que he sido, soy consciente que si ella es maravillosa es exclusivamente trabajo tuyo, pero... ¿Sabes cuantas veces tuve el impulso de mandar todo al carajo para poder estar con ustedes? ¿O lo loco que me volví cuando le quitaron el apéndice y en lugar de estar con ella, tuve que ir a una maldita alfombra roja? ¿O lo tentado que he estado en pedirte que ella venga a Nueva York en vacaciones? — soltó frustrado, luego de eso se levantó y fue directo a la ventana de la cocina.

— Sebastian — lo llamé y él no volteó.

— Sé lo que acordamos, sé que es lo mejor para ella, sé que me lo merezco por ser un cobarde y no quedarme. Pero estoy cansado — la ultima frase la susurró, pero pude escucharla. Porque para ese momento yo estaba parada detrás de él.
— Primero... quiero aclarar que fue tu idea el "esconderla" de los medios... y claro que puedes estar en la fiesta mañana — dije poniendo una de mis manos en su hombro.

— Me imagino que debe ser horrible... cuando la dejo en casa de Nancy o Kathleen porque tengo cirugías, me siento como una mala madre. La extraño cada 5 minutos. Esa niña nos tiene dominados — le dije y se volteó.

— Esa niña nos atrapó desde el día uno. ¿Recuerdas que la primera noche no dormimos? Solo la vimos dormir, ella es lo más hermoso que tengo — dijo y yo sonreí.

— No eres tan mal padre... — soltó una risa — estuviste con nosotras los años complicados. Sin ti jamás hubiera paso mis primeros semestres de medicina — le dije y ambos nos vimos.

— Gracias por hacer que ella crea que soy un buen papá — me dijo y puso una de sus manos sobre una de mis mejillas.

— Yo no tuve a mi padre, se lo difícil que es crecer sin uno. Además, ella te ama y no puedo quitarle eso — puse una de mis manos en su pecho.

— Hablo en serio, cuando digo que lamento que lo nuestro no haya funcionado — susurró demasiado cerca de mi cara... ¿En qué momento nos habíamos acercado tanto?

— Sí... es una pena — traté de alejarme, pero entonces fui consciente de su otra mano sujetando mi cintura.

— ¡Tengo una idea para hoy! — Lizzie entró corriendo a la cocina, su grito nos hizo separarnos. Cuando volteé ella nos veía con una sonrisa en la cara.

Stan la recibió en sus brazos y ella aceptó el abrazo con gusto.

— ¿Cuál es esa idea terremotito? — preguntó y ella se zafó de su abrazo.

Por segunda vez [Sebastian Stan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora