¡Feliz cumpleaños Lizzie!

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Era 13 de agosto y aunque la fiesta de mi hija sería hasta mañana. Hoy era su cumpleaños, así que había pedido permiso en el trabajo y en el colegio. Quería pasar el día con ella y tenía preparadas varias sorpresas.

Terminé de prepara el desayuno especial y fui a su habitación para despertarla llena de besos y mimos.

Mi niña abrió sus ojos.

— ¡Feliz cumpleaños cielo! — le dije y ella me abrazó.

— ¡Estas acá, eres la mejor mami! — me contestó y nos sentamos a desayunar en la cama.

— Hoy tenemos el día libre, vamos a estar juntas todo el día y no vamos a salir de casa — le conté y ella sonreía feliz. En eso ella pareció recordar algo.

— ¡Tengo que llamar a papá! Tengo que desearle feliz cumpleaños a él también — dijo emocionada y besé su frente.

— Termina tu comida y luego llamamos a tu papá — le contesté y ella siguió comiendo.

— ¡Esto está delicioso mamita! — dijo hablando con la boca llena. Me reí por el gesto.

Decidí bajar por un poco de café y mientras terminaba de bajar las gradas, el timbre sonó.

Sonreí inmediatamente, por la hora supuse que sería Abby pasando a saludar a su ahijada antes de ir al hospital.

— Hola Sofía — vi un par de ojos azules y una sonrisa tan familiar. Dejé de respirar unos segundos.

— Hola tú — contesté tratando de mantener un todo monótono y relajado.

— Te dije que vendría y aquí estoy — contestó, me fijé en su bolso y él se dio cuenta. Inmediatamente negó con la cabeza.

— Vine directo, pero tengo un hotel. No pretendo invadir tu privacidad — me contestó a una pregunta que no hice, eso me hizo sonrojarme. ¿Por qué tenía que actuar como una adolescente?

— Feliz cumpleaños Sebastian — contesté abrazándolo.

Sentí como él me estrechó entre sus brazos y a pesar que traté de zafarme, me retuvo por unos segundos más antes de soltarme.

— Gracias ¿Puedo ver a mi hija? — preguntó aún muy cerca de mí, asentí y me separé para dejarlo pasar.

Antes de poderme alejar por completo de él, se acercó a mi mejilla y me dio un beso. Sentí la mejilla un poco caliente, pero ignoré completamente la sensación.

— Lizzie está terminando de desayunar — le contesté y él me sonrió. Dejó su bolso en la entrada y luego subió las escaleras. Fue cuestión de segundo para escuchar risas y gritos de "feliz cumpleaños" por parte de ambos. Me permití sonreír por unos segundos.

En ese momento le mandé un mensaje a Abby

"El soldado del invierto está en casa"

Me reí después de enviar el mensaje, era tonto referirme a él de esa manera. Pero después de haberlo hecho una vez, no pude dejar de hacerlo.

El mensaje de respuesta no tardó en llegar.

"¿Si vino? ¡Wow! Eso es nuevo, me alegro por la mocosa. Y tú deberías aprovechar y pedirle que te enseñe si de verdad es el "dios de la gimnasia" jajajajaja"

Decía el mensaje, me reí y negué las ridiculeces que se le podían ocurrir a esa mujer.

Le contesté

"Por cierto, deja de meterle ideas a mi hija... voy a matarte por lo del Instagram"

Contestó casi de inmediato.

Por segunda vez [Sebastian Stan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora