¡Feliz cumpleaños!

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— Buenos días preciosa — me dijo la voz más sexy que conocía al oído.

— Buenos días amor — le contesté.

— ¡Feliz cumpleaños mi vida! — me susurró de una manera tan sensual que sentí la humedad bajo mis bragas.

— mmm... gracias guapo — le dije y sentí como besaba mi cuello despacio y delicadamente, sentí que su mano viajaba por mi vientre y se metió debajo de la blusa de mi pijama. Sentí sus dedos en mis pezones y comenzó a jugar con ellos.

Luego la misma mano bajó y ahora se metió entre los pantalones del pijama, llegó al lugar que ya estaba más que húmedo y gemí.

— mmm... estas muy mojada mi amor — me dijo y asentí.

— Quiero mi regalo de cumpleaños — le dije y mordió mi cuello antes de besar mis labios.

Me deshice del pantalón de pijama de mi esposo, y vi que era lo único que tenía.

Reí emocionada y él me vio divertido.

— Práctico, me gusta — le dije y el negó con la cabeza.

Me quité el pijama y me deshice de mis bragas, lo vi y estaba recostado a un lado viéndome divertido.

— ¿Qué esperas? — le pregunté y el negó divertido.

— ¡Mírate! — me dijo y me sonrojé.

— ¿Vas a hacerme el amor o voy a tener que resolver esto yo sola? — le dije y me vio sorprendido.

— Ven acá señora Stan, tu marido te va a ayudar con eso — dijo y se metió entre las sábanas, para posterior mente sentir su lengua mientras se movía con mucha gracia.

Abrí las piernas lo más que pude y froté mis senos para disfrutar de la experiencia.

Vino Sebastian y se deshizo de las sábanas y quedamos totalmente expuestos.

— Me estorban — dijo y yo me reí.

— ¡Dios Sofía, eres preciosa! — me dijo y volvió a esconder su rostro en mis piernas.

Ese hombre daba el mejor sexo oral del mundo, su lengua era muy virtuosa y sus labios te hacían tocar la gloria.

Cuando terminó, respiraba exhausta y sorprendida del gran orgasmo que me había causado.

Le sonreí y él me sonrió de vuelta.

— ¿Puedo pedirte algo? — le pregunté y él me vio curioso.

— Lo que quieras bebé, hoy es tu día y yo soy tuyo — me dijo y me reí mordiendo mi labio inferior.

— Si vuelves a hacer eso, te juro que voy a follarte muy duro — me dijo y solté una risita.

— ¿Puedes ponerte el brazo de metal? — le dije y él abrió los ojos muy sorprendido.

— ¿Es en serio? — me dijo divertido.

— Sí... — le dije y me sonrió, se levantó y fue al closet a buscar el brazo. Sonreí victoriosa.

Recordé lo mucho que me había excitado ver a Sebastian en ese personaje, creo que era mi favorito.

Vi como lo encontraba y se lo colocaba riéndose.

— No puedo creer lo que estoy haciendo — me dijo negando divertido.

— ¡Ponte el maldito brazo y ven a atender a tu esposa! — terminó con el brazo y caminó hacia mí.

— ¿Sabías que estás loca? — me dijo y me reí negando.

— Okey soldadito, muéstrame que puedes hacer con ese brazo — le dije y metió el brazo en mis piernas para introducir dos de sus dedos, lo frio del material hizo que me encorvara y gimiera fuerte.

— ¡No pares Stan! — le dije y él me besó mientras seguía jugando dentro de mí.

— Voy a... — sentí como llegó el orgasmo y fue brutal, me sentía desorientada y mi cuerpo temblaba.

Sebastían sonrió satisfecho de su trabajo y se deshizo del brazo,  quería protestar, pero me besó para que me callara. Me levantó de la cama y me cargó hasta la pared más próxima, enrolle mis piernas en su cintura. Me apoyó en la pared y con su mano acomodó bien su erección para introducirla en mí en un solo golpe.

Estaba prensada entre la pared y mi marido, él se movía con agilidad y yo disfrutaba del movimiento.

— ¡Me vuelves loco linda! — me dijo y sonreí.

— Necesito más amor — le dije y él incrementó la fuerza y velocidad de sus movimientos. Se escuchaba como nuestros cuerpos chocaban por la intensidad, mis jadeos ya no eran discretos y estaban a un paso de ser gritos. Finalmente lo abracé y mordí en el hombro cuando llegué a mi tercer orgasmo.

Sebastian me bajó y  lo tomé de la mano para guiarlo a una silla.

Lo senté en la silla y quiso jalarme hacia él, pero me alejé.

— No puedes tocar — le dije y me vio mal.

— Te va a gustar guapo — le dije y se quedó sentado.

< Alexa, reproduce "playlist para Sebastian"> dije y mi esposo me miró con duda.

Comenzó a sonar "Earned it" de The Weekend y mi esposó abrió los ojos.

Comencé a bailar al ritmo de la canción, movía mis caderas en un vaivén cadencial y solo veía como literalmente me comía con la mirada.

Me acerqué a él y me puse de espaldas a él para seguir con mi baile, solo que ahora me senté encima mientras seguía bailando. Sentí una de sus manos y paré.

— Sin manos Stan — le dije y él se quejó. Me volteé y fui directo al lóbulo de su ojera para morderlo fuerte.

— ¡No seas un chico malo cielo! — le dije y él solamente gimió muy excitado.

Me agaché y tenía al alcancé de mi boca a su muy excitada erección, la agarré con mis manos y pasé mi lengua sobre el inicio. Vi como cerró los ojos por la excitación.

Me encantaba tenerlo a mis pies.

Metí el miembro de mi esposo por completo a mi boca y él solo pudo soltar un suspiro ahogado.

Comencé a chuparlo y a masajearlo con mis manos, solo veía que estaba a punto de reventarse el labio inferior por la presión que infringía con sus dientes.

Cuando sentí que estaba a punto de correrse paré y abrió los ojos para quejarse.

Me coloqué encima de él y antes de colocarlo en mi entrada, me acerqué a su oído.

— Ya puedes tocar cariño, fuiste un buen chico — le dije y automáticamente puso sus manos en mi cintura para hacerme bajar de un solo,  solo pegué un grito y luego gemí.

— ¿Ya te dije que te amo? — me dijo y negué mientras seguía subiendo y bajando.

— Te amo preciosa — me dijo y seguía moviéndome. Apoyé mis brazos en sus hombros para moverme más fácil y él me ayudaba guiando mis caderas al ritmo que él quisiera.

Me levantó por completo y luego de una manera muy ágil me volteo, ahora yo estaba dándole la espalda y volvió a colocarse en mi entrada, pero ahora abrió las piernas él para que yo me colocara entre sus piernas. Mis movimientos eran más rápidos y la penetración era más profunda, me incliné un poca hacia el frente para tener un mejor ángulo.

Sentí como mis paredes comenzaban a tensarse, y lo sentía palpitar dentro de mí.

— Voy a correrme linda — me dijo y me llenó completamente. Me corrí enseguida para luego caer rendida encima de él. Me recibió complacido y besó mi cuello.

— Feliz cumpleaños mi amor — volvió a repetirme y me reí con ganas.

— Así se comienza un cumpleaños — le dije y me volteé solo lo suficiente para poder besarlo. 

Por segunda vez [Sebastian Stan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora