¡Feliz Navidad!

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Desde septiembre habían pasado muchas cosas, mi hija rápidamente volvió a hablar con su padre. Lo que agradecí profundamente, mis hermanas y mi madre no preguntaron mucho del viaje y también lo agradecí.

Las primeras semanas lloraba todas las noches, luego poco a poco dejé de hacerlo. En cuanto él y yo, bueno eso era tema aparte. Hablábamos lo estrictamente necesario, cosas de mi hija en su mayoría. Nunca volvimos a tocar el tema.

Yo me había refugiado en el trabajo, me sentía mal, porque pasaba menos tiempo con mi hija. Pero también era tiempo que no pasaba pensando en él.

Intenté salir con Andrew un par de veces, pero era inútil. Así que con las únicas que salía era con Abby y Cristina.

Stan vino en Halloween y fui tan cobarde que llené mi agenda de cirugías los cinco días que iba a estar. Mi hija se enojó conmigo, pero no me dijo nada.

— ¿Cuándo vamos a poner el árbol mamá? — me preguntó mi hija, sacándome de mis pensamientos.

Apenas faltaban cinco días para navidad y yo me sentía tan mala madre.

— Hoy cariño — le dije y ella sonrió.

— ¡Al fin! — dijo y me reí.

Sacamos los adornos y todo lo necesario para decorar la casa, mi hija puso música navideña y yo hice chocolate para ambas. Esta era mi época favorita del año y nunca me había sentido tan poco emocionada.

Tocaron a la puerta y fui a abrir.

— Hola cariño, vine a traerles esto — dijo mi madre con un pastel en las manos.

— Gracias mamá — le dije y la dejé pasar. Ella observó los adornos y se quitó su abrigo para ir a ayudar a mi hija con todo.

Llevé el pastel a la cocina y mi teléfono sonó.

-Hola — contesté y del otro lado no dijeron nada.

 Hola — volví a repetir y alguien respiró cansado.

 Hola — dijo y lo reconocí de inmediato, mi corazón se aceleró

 Hola ¿cómo estás? — le pregunté y no respondió.

Me quedé esperando a que hablara, pero no decía nada.

— ¿Quieres hablar con Lizzie? — pregunté y solo escuché su respiración.

 ¿Stan? — pregunté y escuché como comenzó a llorar. En ese momento mis lágrimas salieron sin previo aviso.

— Las extraño — soltó y no dije nada.

 Te extraño — me dijo y solo sequé mis lágrimas.

— Sofía, perdón. Soy un imbécil. ¡Jamás tuve que ponerte en esta situación! Tú menos que nadie lo merece — continuo y solo lo escuchaba.

Perdón, te juro que estoy arrepentido. — me dijo y nuevamente hubo silencio.

No es solo tu culpa, no me obligaste a nada. Yo sabía lo que hacía — le dije y solo resopló.

No tengo nada que perdonarte Sebastian, ambos actuamos mal y creo que debemos pasar página — le dije y no contestó.

Ya va a ser navidad y en estos meses he sido una terrible madre. Tratemos de olvidar todo y ven a visitar a tu hija — le dije y no contestó.

— ¡Por favor Stan, ven para navidad! Trae a tu madre — le dije y siguió sin contestarme. En el fondo deseaba que su mamá fuera el único motivo por el que dudaba en aceptar mi invitación. 

Por segunda vez [Sebastian Stan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora