Es culpa del vino

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Terminé mi cuarta copa de vino, estaba leyendo un libro mientras esperaba a que mi hija y su padre regresaran.

Le pedí a Daysi que luego de dejar la cena preparada se fuera a descansar, así que estaba sola.

Este ya era nuestro cuarto día en NY, no quería pensar en lo inevitable, pero tarde o temprano Lizzie y yo debíamos regresar a casa.

Revisé mi teléfono y tenía cincuenta mensajes de Abby, abrí el chat y casi me ahogo con la copa de vino.

Eran fotos mías y de mi hija con Sebastian, había varias y de varios lados distintos.

Mi cabeza comenzó a sentirse caliente y llamé rápidamente a mi amiga.

— ¿De dónde las sacaste? — le pregunté sin siquiera saludarla.

 ¡De todos lados! Insta, Facebook, Twitter, están por todos lados  me dijo y comencé a hiperventilar.

 Ni siquiera me di cuenta cuando las tomaron — le dije y ella soltó una risita.

 ¿Tenía que pasar no? — me dijo y no le contesté.

— No te vas a esconder toda la vida — me dijo y seguía sin contestar.

— No te preocupes, realmente no dicen mayor cosa y las fotos son bastantes inofensivas — dijo y seguía pensando en lo que me había dicho mi amiga.

— Es solo que no quiero a mi hija en el ojo público — le dije y ella soltó una risita.

 Tranquila amiga, realmente solo se preguntan quiénes son ustedes y especulan sobre qué hacen con él — dijo y resoplé.

— Posiblemente Sebastian se enoje cuando se entere — le dije y ella se rio con ganas.

En ese caso tu sabes cómo quitarle el enojo — me dijo y me reí.

Eres imposible — le dije y ella se carcajeaba.

Escuché como se abría la puerta y me despedí rápido de mi amiga.

Entraron ambos, pero no venían riendo como era costumbre en ellos.

— Hola mami — dijo mi hija y estaba seria.

— Hola linda ¿Tienes hambre? — pregunté y ella sintió.

Vi a Sebastian y él estaba bastante peor que mi hija.

— ¿Qué pasó? — le pregunté y él negó con la cabeza.

— Unos paparazis me tomaron fotos y papá se enojó — dijo mi hija.

— Luego quisieron hablar conmigo y mi tío Chris se interpuso, mi papá me metió al carro bastante enojado — dijo y caminó hacia la cocina.

Lo vi y sí estaba muy enojado. Me hizo a un lado antes que pudiera hablar y se fue directo escaleras arriba.

No quise hablar con él en ese estado y mejor fui a la cocina a servirle la cena a mi hija.

— ¿Estás bien cielo? — le pregunté y ella asintió.

— Al principio me asusté un poco, pero creo que me asustó más la reacción de mi papá — me dijo y acaricié su cabellera.

— Él se preocupa por ti cielo — le dije y besé su cabeza, para luego ponerme a calentar su cena.

— Come algo mi amor, luego te duchas y te duermes. Mañana te vas a sentir mejor — le dije y ella asintió.

Mientras terminaba de comer, yo terminaba mi quinta copa de vino.

Por segunda vez [Sebastian Stan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora