Capítulo 29

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La fiebre de la noche anterior resultó ser un catarro demasiado intenso. Me dolían las piernas solo por caminar.

¿Quien te manda a salir al techo en otoño?

Cállate conciencia.

Habia escuchado salir a mi mamá en la mañana después de que te dejará una naranjada caliente en mi cuarto. Pase viendo durante la mañana dos películas de Barbie.

Ya se, ya se ... tengo 17 pero ... ¿Qué mas da? Son una obra de arte. Luego me puse a acomodar mi cuarto que estaba hecho un desastre. Recogí algunos adornos de Halloween que no había quitado y los guarde en la bodega de mi casa.

Faltaba un poco más de un mes para navidad, mi celebración favorita. Las cajas estaban ahí con los adornos, el árbol y las botas que solíamos poner en la chimenea de adorno que teníamos. Estaban las tres ... ¿Esta navidad también estarían las tres juntas?

Volví hasta la cocina para preparar un poco de sopa de fideo, el segundo plato era una tortilla de huevo con un poco de ensalada. Prepare también un poco más de naranjada, esta vez con un poco de miel. Ya empezaba a sentir un poco mejor a como me sentía en la madrugada.

Cuando mamá me llego me contó sobre su trabajo, lo insoportables que eran algunos alumnos y lo mucho que apreciaba a otros. A veces hasta crei que le caían mejor que yo. Me ofendió muchísimo. Cómo había llegado tarde a comer tuvo que desaparecer por las mismas para ir a la Universidad.

No sabía si sentirme bien o mal por el hecho de que no hubiésemos tenido deberes. En cierto modo me distraen y me mantienen ocupada.

Tome un baño rápido en agua tan caliente que sali roja de la ducha. Me vesti de egro completamente menos por el blazer amarillo que me robe de mi madre. Era bueno esto de ser pequeña o bajita como a Max le gustaba llamarme. Estaba ansiosa de hacer algo, pero precisamente no sabia de que asi que solo tome un taxi y dije que me llevara hasta el centro comercial.

Escribí a mis amigos a ver si querian que nos juntaramos y dijeron que me verían en media hora en la cafetería a la que solíamos ir aparentando ser adultos serios. No me gustaba el cafe pero aun asi casi siempre me pedia un Capuchino.

Camine alrededor del cnetro comercial viedo algunas prendas de ropa, maquillaje - que sabia nunca iba a utilizar por no saber como - y entre a la tienda de libros.  Me compre uno de sirenas que hablaba sobre su origen y como eran vistas por las distintas civilizaciones.

Entre a la cafetería y tomé asiento en una mesa para cuatro. Estaba en la página diez cuando recibí una llamada de Romeo diciéndome que estaban cerca de las escaleras eléctricas y que no me moviera de donde estaba. Que exagerado que podría ser a veces. Aun asi me gustaba darle la contra. Le dije a la chica que me atendió que volvería en unos minutos y que iría por mis amigos y ella asintió gusto, además faltaba un poco para que nuestras galletas estuviesen listas.

Fui casi a saltitos hasta las escaleras y vi que estaban en el borde de ellas mirando con mala cara a alguien que estaba en el piso en donde me encontraba yo. Mi mirada siguió la de mis amigos y volví a ver esa imagen que tanto había odiado ver hace unas noches.

Me hubiese gustado poder decir que a él no se le veía bien pero también estaba concentrado en besar a la rubia que llevaba una minifalda amarilla. Volví hasta la cafetería ¿Cómo fue que aprendí a ocultar tan bien lo que sentía? Solo no quería que me vieran mal. Ya no. Tampoco quería sentirme mal, pero eso no pasaba.

Prisci, Lu y Romeo llegaron con una sonrisa claramente forzada a sentarse junto a mi y me saludaron. Yo no les prestaba atención para ser sinceros.

Max... ¿Por que juegas así conmigo?

Encuéntrame en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora