IX

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A la mañana siguiente, tuvieron que sentarse juntos. Yeol tomó su lugar al lado de Baekhyun en los erguidos estrados, mirando hacia la verde pradera que conformaba el campo, deseando nada más que armarse y cabalgar para llevar la lucha hacia Karthas. Los juegos se sentían incorrectos cuando ellos deberían estar cabalgando hacia el sur.

Los tronos conjuntos se encontraban debajo de un toldo de seda, armado para proteger la delicada piel de Baekhyun del sol. Era una medida superflua, ya que casi todo el cuerpo de Baekhyun se encontraba cubierto. El sol brillaba hermosamente sobre el campo, las gradas escalonadas y las pendientes cubiertas de vegetación preparadas para una competición de excelencia.

Los brazos y muslos de Yeol estaban al desnudo. Tenía puesto el quitón corto, sujetado en uno de sus hombros. A su lado, Baekhyun mantenía una expresión constante, inalterable como la estampa de una moneda. Más allá de Baekhyun se sentaba la nobleza Veretiana: Lady Hwasa murmurando algo al oído de una nueva mascota femenina, Ryeowook y su esposa Solar, Kangin el Capitán. Más alejados se encontraba la Guardia del Príncipe, Sehun, Kibum y los demás uniformados en un tono azul, engalanados con los banderines de estrellas flameando encima de ellos.

A la derecha de Yeol se sentaba Yifan, y a su lado había un asiento vacío que notablemente estaba asignado para Jackson.

Jackson no era el único ausente. La falta de los soldados de Jackson se hacía evidente en las pendientes cubiertas de hierbas y en las gradas escalonadas, las cuales quedaban semi vacías con la mitad de sus hombres. Con la rabia de ayer ya desaparecida, Yeol pudo notar que en la aldea, Baekhyun había puesto en peligro su vida para detener exactamente aquello, antes que sucediera. Baekhyun se había interpuesto en el camino de una espada para intentar prevenir la deserción de Jackson.

Una parte de Yeol reconocía, con un poco de culpa, que Baekhyun probablemente no se merecía ser arrastrado alrededor del campo de entrenamiento como resultado.

—Él no vendrá —dijo Yifan.

—Dale tiempo —le dijo Yeol. Pero Yifan tenía razón. No había indicio de que llegara.

Sin mirar al lado de Yeol, Yifan dijo:

—Tu tío ha aniquilado a la mitad de nuestro ejército con doscientos hombres.

—Y un cinturón —agregó Baekhyun.

Yeol observó las gradas medio llenas y los bancos de césped, donde los Veretianos y los Akielanos se agrupaban para obtener una mejor vista del espectáculo; una larga mirada que se desplazó por las tiendas cerca de los estrados reales, donde los esclavos preparaban comida, y luego más allá de estas, donde los asistentes preparaban a los primeros atletas para la competencia.

—Por lo menos alguien más tiene la oportunidad de ganar en las jabalinas —dijo Yeol.

Se levantó. Como si una ola se propagara, todos a su alrededor lo imitaron, al igual que todos los reunidos desde las gradas escalonadas hasta la pradera. Levantó su mano, el gesto de su padre. Los hombres podían ser un diverso grupo de luchadores norteños, reunidos alrededor de un improvisado campo provincial, pero eran suyos. Y aquellos eran sus primeros juegos como Rey.

—Hoy rendimos homenaje a los caídos. Luchamos juntos, Veretianos y Akielanos. Compitan con honor.

Que comiencen los juegos.

***

El tiro al blanco ocasionó algunas disputas, que todo el mundo disfrutó. Para sorpresa de los Akielanos, Kibum ganó en arquería. Para satisfacción de estos mismos, Sungjae ganó el lanzamiento de arpón. Los Veretianos chiflaron a las piernas desnudas de los Akielanos y sudaron dentro de sus mangas largas.

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