Capitulo 6: Te estoy vigilando

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*Narra __*
Desperté sudando por un sueño en el cual montaba un dragón muy hermoso... últimamente los e tenido, pero no les tomo mucha importancia.

Me levante, me duche y me arregle, me hice un peinado con un molote con algunos pelitos afuera cubriendo un poco mi rostro.

Me levante, me duche y me arregle, me hice un peinado con un molote con algunos pelitos afuera cubriendo un poco mi rostro

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Fui con papá, quien estaba desayunando así que me senté junto a él.

Papá: te vez hermosa hija... ¿ya estás lista verdad?—asentí—okey... cuando terminemos nos vamos

Desayunamos tranquilos y luego papá hizo un portal en el callejón diagon.

*Narra Harry*
Me pareció que me succionaban por el agujero de un enchufe gigante y que estaba girando a gran velocidad... El bramido era ensordecedor... intentaba mantener los ojos abiertos, pero el remolino de llamas verdes me mareaba... Algo duro me golpeó en el codo, así que me lo sujete contra el cuerpo, sin dejar de dar vueltas y vueltas... Luego fue como si unas manos frías me pegaran bofetadas en la cara. A través de las gafas, con los ojos entornados, vi una borrosa sucesión de chimeneas y vislumbró imágenes de las salas que había al otro lado... Los emparedados de beicon se me revolvían en el estómago. Cerré los ojos de nuevo deseando que aquello cesara, y entonces... caí de bruces sobre una fría piedra y las gafas se me rompieron.

Mareado, magullado y cubierto de hollín, me puse de pie con cuidado y me quite las gafas rotas. Estaba completamente solo, pero no tenía ni idea de dónde. Lo único que sabía es que estaba en la chimenea de piedra de lo que parecía ser la tienda de un mago, apenas iluminada, pero no era probable que lo que vendían en ella se encontrara en la lista de Hogwarts. En un estante de cristal cercano había una mano cortada puesta sobre un cojín, una baraja de cartas manchada de sangre y un ojo de cristal que miraba fijamente. Unas máscaras de aspecto diabólico lanzaban miradas malévolas desde lo alto. Sobre el mostrador había una gran variedad de huesos humanos y del techo colgaban unos instrumentos herrumbrosos, llenos de pinchos. Y lo que era peor, el oscuro callejón que podía ver a través de la polvorienta luna del escaparate no podía ser el callejón Diagon.

Cuanto antes saliera de allí, mejor. Con la nariz aún dolorida por el topetazo, me fui rápida y sigilosamente hacia la puerta, pero antes de que hubiera salvado la mitad de la distancia, aparecieron al otro lado del escaparate dos personas, y una de ellas era la última a la que habría querido encontrarse en esta situación: perdido, cubierto de hollín y con las gafas rotas. Era Draco Malfoy.

Repase apresuradamente con los ojos lo que había en la tienda y encontré a mi izquierda un gran armario negro, me metí en él y cerré las puertas, dejando una pequeña rendija para echar un vistazo. Unos segundos más tarde sonó un timbre y Malfoy entró en la tienda.

El hombre que iba detrás de él no podía ser sino su padre. Tenía la misma cara pálida y puntiaguda, y los mismos ojos de un frío color gris. El señor Malfoy cruzó la tienda, mirando vagamente los artículos expuestos, y pulsó un timbre que había en el mostrador antes de volverse a su hijo y decirle:

Siempre fue ella (Harry potter y tú) [segundo año]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora