[En proceso lento]
Joey era un chico bastante, digamos, problemático. Se metía en muchas peleas.
Janneth era bastante tranquila.
Joey era demasiado cuidadoso.
Janneth era una torpe.
Joey te dejaba riendo de la estupidez que decía o pensando.
Janne...
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Estamos en la hora del recreo, comiendo los bocatas cuando una chica afroamericana, creo, se acerca a Mack, este se levanta y hacen un saludo.
Chocan primero la palma interior, luego la posterior de la mano, chocan el puño y luego cada uno forma como una pistola con los dedos y hacen como que disparan.
Bonito saludo.
— Chicos ella es Enith Williams —nos presenta—. Eni, ellos son Janneth y Joey.
— ¡Encantada chicos! —dice alegremente.
— Igualmente —decimos a la vez.
Ella se gira a Mack.
— La fiesta es hoy a las cinco en el río —dice y le da un beso en la mejilla—. Que no se te olvide -se gira a nosotros y dice—. Si quieres venir estáis invitados. Chau.
Joey mira a Mack.
— Eh, rubito, ¿Habrá alcohol? —le pregunta y yo lo miro horrorizada se me había olvidado de que eso existía—. ¿O tengo que llevarlo yo?
— No hace falta que lleves, habrá allí —le asegura Mack.
— Joey —le llamo pero pasa de mi—. Joey —no contesta—. ¡Joeeeeeey!
— ¿Ah?
— ¿Por qué bebes? No quiero que lo hagas, te hará daño, porfavor deja esas bebidas, es que dan asco —le digo y el empieza a negar—. Si os vais a poner ciegos, no voy a la fiesta.
— Ya te digo yo que irás a la fiesta —me amenaza Joey.
— No pienso ir si vas a beber. Me da asco ¿Es que nadie lo entiende?
— Ya se que te da asco el alcohol Janne, pero vas y no mires hacia la "barra" —me dice Mack haciendo las comillas.
— Entonces, directamente, no voy —les digo tapándome la cara con un brazo porque con el sol no veo nada.
— ¡Vaa Janne! Tienes que ir —me reprocha Joey.
— Cuando empiecen con las bebidas me voy —les digo.
— Okey —dicen los dos a la vez.
Después de acabar el bocata voy a tirar el papel a la papelera y justo toca el timbre para volver a clase. Cogemos las mochilas y nos dirigimos a clase de Economía.
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Tres malditas horas después salimos de clase. Me despido de ellos dos y espero al bus.
Abro la puerta de casa. No hay ruido.
— ¿Hola? ¿Hay alguien? —grito por toda la casa. Nadie responde.
Miro en la cocina por si hay algún papel escrito, miro el móvil por si tengo alguna llamada perdida y subo arriba para ver las habitaciones de mis hermanos.
