★Dieciséis★

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— amenazas —

¿Alguna vez has llegado al sitio donde estudias y habían como siete coches patrulla delante de la puerta? ¿No?

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¿Alguna vez has llegado al sitio donde estudias y habían como siete coches patrulla delante de la puerta? ¿No?

— ¿Qué ha pasado? —me pregunta Mackson, al otro lado estaba Joey jugando con mi mano mientras caminamos hacia la entrada.

— No tengo ni idea —digo.

Y de repente escucho como alguien grita mi nombre, me giro y adivinen quien es, Lydia.

— Te dije que te quedarás en casa hoy. Están los policías por eso que te dije, Leyla los llamó esta mañana.

— Déjame en paz Lydia.

Mack se fue hacía su lado y la cogió del brazo mientras nos decía:

— Ir a clase, nosotros ya vamos.

Asentí y junto a Joey me fui.

Al llegar a clase la profesora me mira con lástima, pero paso de ella. Nos sentamos donde la última vez y parece ser que Joey si tiene lengua para hablar.

— ¿Qué crees que ha pasado?

— Si creo que es, lo que creo que es, ya te darás cuenta más tarde —susurro.

Si es eso de la droga, estaba preparada para sacar mis mejores argumentos en contra de eso. Y tenía a Lydia que podía ayudarme también. Estaba preparada para todo.

Después de un rato llega Mack y Lydia.

— Les pondré un retraso en la clase de hoy —anuncia la profe.

No dicen nada y Mack se sienta a mi lado y Lydia enfrente mío.

Leyla -que hasta ahora no me di cuenta de que estaba en clase- esta mirando mala a Lydia y ella tan solo pasa de la Barbie.

Y empieza la clase que más me gusta, psicología.

Al final de la clase la profesora anuncia un examen para la siguiente semana y dice que el próximo tema lo daremos de manera diferente.

Toca el timbre y me levanto para ir a mi casillero para cambiar al libro de economía y encontrarme con lo que sea que haya ahí dentro.

Leyla me sigue con dos policías detrás suyo, Lydia también esta allí.

Genial tengo a unos policías detrás mío con la niña de papá.

Ruedo los ojos cuando estoy delante del casillero. Todo el pasillo me mira y se estan quietos observando.

Abro la taquilla y de ella cae una bolsita con el polvo blanco y las pastillas.

— Genial —susurro para mí misma.

— Apártate de la taquilla por favor.

Hago lo que me pide y levanto las manos en señal de rendición. El poli joven coge lo que se cayó y se gira a mí.

Tú, yo y las estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora