Capítulo 1

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-Levántate de ahí mujer, despierta - decía un oficial de aquel enorme barco en el que nos llevaban a mi y otras muchas chicas hacia un lugar desconocido- Vamos, de pie todas, hemos llegado

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-Levántate de ahí mujer, despierta - decía un oficial de aquel enorme barco en el que nos llevaban a mi y otras muchas chicas hacia un lugar desconocido- Vamos, de pie todas, hemos llegado

Desconcertada y muy desubicada me  bajé del camarote tratando de no caer hacia los lados, sabrá Dios cuantos días navegamos en el mar , mi cuerpo se encontraba entumido y conservaba la sensación ondeante de las olas, era un milagro que no hubiese vomitado durante todo el trayecto

-¿dónde estamos?- pregunté a una de las chicas que hacía fila junto a mi para bajar del barco

-No lo sé, pero tengo miedo, estamos tan lejos de casa Irina- respondió

No me quedó más que hacer, sino tomar aire y sostenerlo, pues era verdad, no sabíamos exactamente en qué lugar del enorme mundo nos encontrábamos, pero estábamos muy lejos de casa, algunas como yo, sin su familia, otras dejando en pena y amargura a quienes las querían

Al bajar de aquel enorme navío, nos formaron en fila y nos hicieron seguir en silencio a uno de los capitanes del barco, tenia miedo, tenia rabia, el dolor de perder a mi familia me consumía y la impotencia de no poder hacer nada para escapar de allí me llenaba el corazón de ira

-¿a dónde nos lleva?- pregunté a gritos mientras caminaba en contra de mi voluntad hacia un mercado

-Shh- escuché del otro lado

-no me moveré de aquí si no nos dicen a donde piensan llevarnos- dije frenando en seco la marcha haciendo que las demás muchachas chocaran-

-Callate la boca y sigue caminando- escuché susurrar a una de las mujeres- ¿a caso quieres que nos maten Irina?

En ese instante un hombre desarreglado y maloliente llegó junto a nosotras

-A donde piensan llevarnos, digannos de una vez- dije nuevamente

 pero no recibí de él más que un par de palabra en un idioma que podía conocer cómo alemán. Luego de esto dio media vuelta y se marchó

-Malditasea- grité- a dónde nos quieren llevar imbéciles, creen que somos ganado que pueden llevar atado de manos a donde sea que quieran- estaba decidida a sembrarme en aquel lugar hasta obtener una respuesta, poco me importaba  si estaba retrasando algo

-Cállate de una vez maldita esclava- respondió un hombre mientras me daba una bofetada, de esas que te tiran al suelo- camina y callate si no quieres morir

-¿crees que me importa morir? -respondí- por ustedes perdí lo único que amaba en todo este maldito mundo, ustedes mataron a mi familia, da lo mismo que me tengan aquí como un animal o me maten-

-Callate y camina- repitió levantándome bruscamente del cabello y obligándome a caminar- escuchen bien todas- gritó el hombre-  ya que esta mujer insiste en saber a dónde irán- dijo soltándome fuerte- se los diré con el mayor de los gustos, muchas de ustedes serán vendidas al rey de Alemania como esclavas, si sus enviados las escogen serán enviadas al palacio y formarán parte de su harén, así que recen para ser elegidas- dijo mirándome fijamente-  aquellas que no hagan parte de ese grupo, serán subastadas a las mejores familias para que les sirvan, ahora caminen, los enviados del rey están por llegar

Después de horas de espera sentadas en un corredor del mercado,  un par de hombres de ropas muy finas comenzaron a caminar junto a nosotras, señalando una a una a las jóvenes elegidas. No me interesaba hacer parte del harén del rey ¿ quién hablaba de harén hoy en día? era lo mismo ir allí, o ir a la casa de alguna otra familia, era lo mismo incluso morir, pero ahí estaba,  sentada, sin darle la cara a nadie, recordando el infierno que había vivido en los últimos días, esperando ser o no una de las elegidas

-¿cómo te llamas?- preguntó uno de los hombres más jóvenes en alemán-

Mi familia no era adinerada, éramos solo unos campesinos que vivían de lo poco que lográbamos cosechar, pero no por esto yo dejaba de aprender, pocas veces me acercaba al pueblo, pero cuando lo hacía, solo intentaba enriquecer mi intelecto, amaba leer, amaba aprender cosas nueva, y el alemán fue una de esas cosas. No era experta hablando, pero lograba comprender un par de palabra, gracias a esto, pude comprender lo que aquel hombre decía

- ¿cómo te llamas jovencita? -preguntó nuevamente

Con cara de poco amigos no me quedo de otra más que responder

- Irina- dije 

-Mírame- dijo él tomando mi barbilla obligándome a verlo a los ojos- puedes por favor abrir un poco tu boca

Sin ganas hice caso mientras dejaba que aquel hombre me examinara rápidamente

-bien, por favor camina y ve junto a las mujeres en esa esquina, serás llevada al palacio

No dije nada, solo bajé mi rostro y camine hacia donde dijo, no tenía fuerza para luchar nuevamente, mucho menos ganas, así que solo me limité a hacer lo ordenado.

Un rato después subimos a un coche, aquel coche que nos llevaría a nuestro destino final, el palacio del rey de Alemania, el lugar que sería nuestro cielo o nuestro infierno


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