Capítulo 19

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La ceremonia fue más que perfecta y el banquete ni hablar, jamás en mi vida hubiese imaginado que tendría tales lujos el día de mi boda, yo, una campesina común, ahora estaba viviendo mi propia historia de amor en el más hermoso cuento

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La ceremonia fue más que perfecta y el banquete ni hablar, jamás en mi vida hubiese imaginado que tendría tales lujos el día de mi boda, yo, una campesina común, ahora estaba viviendo mi propia historia de amor en el más hermoso cuento. Aquel día extrañé a mis padres como nunca lo había hecho, los recordé y anhelé tenerlos a mi lado en aquel momento, sin embargo, el amor y la felicidad que mi rey me estaba dando, ayudaba a calmar la tristeza de mi corazón. 

Pocos días después de nuestra boda, como era costumbre en el palacio, el pintor real fue a retratarnos para estampar nuestra figura en el lienzo, lo que nunca pensé que ocurriría, pasó; mi imagen, junto a la de mi amado estaba plasmada en un hermoso cuadro, y pronto haría parte del pasillo real.

El pueblo entro aclamaba nuestro nombre, muchos habitantes, por no decir que la mayoría, apoyaban nuestro reinado. El haber elegido a una simple concubina como reina, le daba una esperanza al pueblo, pues quien si no yo, podría saber a la perfección las necesidades de todos. Y no se equivocaban, durante nuestro primer año de reinado las obras benéficas no se hicieron esperar, el trabajo aumentó, pero con él, el salario que todos los campesinos y obreros recibían, los comedores comunitarios para las personas sin hogar comenzaron a llenarse, las iglesias y capillas que ayudaban a nuestro pueblo a tener la fé en alto, permanecían llenas. Nuestras exportaciones e importaciones crecieron y nuestro pueblo creció enormemente, la felicidad en los habitantes era notable. Las guerras habían disminuido y en cambio las negociaciones aumentaron, ahora los países vecinos que antes querían atacarnos, ahora querían aliarse a nosotros, el reino de Alemania se volvió fuerte, en poder y en riqueza y nosotros sus reyes, fuimos amados por todos. 

Un par de años después nuestro primer hijo llegó, el príncipe Adolph nació en primavera trayendo a nuestro hogar mucha alegría, su abuela, la reina Marie amaba con desmesura a cada uno de sus nietos, porqué sí, después de nuestro Adolph, la familia real creció en cantidad. La princesa Katharina llegó dos años después y un año y medio más tarde los gemelos Emilt y Helmut abrieron sus hermosos ojos a la luz del mundo, nuestra familia era hermosa y yo, la madre y esposa más feliz y adorada del mundo.

—No puedo creer que hayamos tenido la bendición de traer al mundo a tan hermosos hijos — Dije a Axel mientras juntos caminábamos de la mano por el jardín, mientras nuestros pequeños correteaban por allí mismo

— Créelo querida—me respondió deteniendo el paso— son fruto de nuestro amor, este amor tan grande que fue capaz de sobrepasar incluso la maldad del mundo—

Cuando Axel dijo esas palabras, recordé a la princesa Daphne, aquella mujer que tanto mal quería hacer había desaparecido por completo de nuestras vidas dejándonos en paz, sin embargo, algo extraño e inquietante se movió dentro de mi, como si de alguna manera mi instinto estuviera previniéndome de algo.

—¿Ocurre algo querida? —preguntó mi amado esposo al verme con la mirada perdida y algo angustiada—

—¿Crees que la princesa Daphne haya desaparecido de nuestras vidas para siempre?—le pregunté —

—¿por qué lo preguntas?—me cuestionó extrañado—¿a caso hay algo, hicieron alguna amenaza?—

—No—respondí—pero es una mujer llena de odio, no me creo del todo que se haya conformado solo con ser expulsada del reino, han pasado años, sí, pero hay algo que me mantiene alerta. Ahora tenemos  por quien luchar, por quien vivir con más intensidad, yo mataría por mis hijos y por ti, no soportaría que les ocurriera nada malo

—No pienses cosas que no van a pasar querida—dijo Axel halándome hacia él para contenerme entre sus brazos y darme un tanto de tranquilidad— aquí estoy yo para protegerte, no hay nada que pueda tocarlos ni hacerles daño mientras yo viva

Su mirada llena de amor calmó mis aguas turbulentas cargadas de temor y angustia, y sí, sus palabras fueron un alivio para mis temores. Después de aquel día, procuré no volver a preocuparme más por alguien tan insignificante como aquella princesa, pues no era tan fuerte como Axel y yo juntos. Los años corrieron, pasaron veintitrés primaveras y con ellas los años de reinado más gloriosos para Alemania.

Nuestros príncipes y nuestra princesa crecieron fuertes y  poderosos, se habían educado para proteger al reino de cualquier clase de invasión y sobre todo, poner las necesidades del pueblo, por encima de las propias. Nuestros hijos eran ya unos jóvenes encantadores, la belleza de cada uno era impresionante, sin embargo, no había ninguna como Katharina, con una belleza y dulzura sin iguales, en el reino amaban a nuestra princesa, era noble, humilde y se preocupaba por cada uno de los infantes que vivían en el pueblo, su amor por los niños era enorme y por eso los padres de cada uno de ellos, la adoraban. La princesa se encargaba de proveer educación y alimentación a los pequeños, mientras a los padres, el reino les brindaba trabajo suficiente y buenos salarios.

Cada uno de los príncipes tenía cualidades únicas, pero todos eran valientes y con una fortaleza igual a la mía, debo admitir que de su padre heredaron la gallardía y la fortaleza y de mí, el valor y la intrepidez, nuestro linaje era el más poderoso de toda la familia real.

—Madre— escuché decir a mi hermosa princesa, mientras yo terminaba de prepararme en mi habitación para la cena— que hermosa te ves hoy

—querida hija—respondí extendiendo mis brazos hacia ella para recibirla—pero qué preciosa estás—dije— ¿a qué debo esta linda visita, ya estás preparada para la cena? —pregunté

—Sí madre, lo estoy—respondió ella con una dulce sonrisa— pero quisiera preguntarte algo

—claro, que ocurre—pregunté, tomándola por el brazo para sentarnos un momento junto al balcón —

—¿sabes si padre partirá a alguna guerra durante estos días?—soltó—sin querer le escuché muy angustiado en el despacho hablando con el guardia real, pidió reforzar la seguridad del palacio y que por ningún motivo nos dejaran solos, ni a ti, ni a nosotros

Tan pronto escuché esto, la angustia comenzó a recorrer mi cuerpo, no podía ser posible que otra vez nuestro pueblo tuviera que enfrentar la desdicha de la maldad, me preocupa sobremanera saber lo que Katharina me contaba, pero no podía transmitirle mi temor, debía mostrarme lo más tranquila posible

—No tengo conocimiento querida, pero hablaré con tu padre y le peguntaré que es lo que ocurre para que puedas estar tranquila, seguramente son protocolos de tu padre, sabes como es, parece que no se acostumbrara a estar lejos de las peleas

—Está bien madre, pero no creo que sea un simple protocolo, en verdad se escuchaba preocupado—

—Hija— dije tomando las manos de mi pequeña, porque aunque tuviera 25 años, sería siempre mi pequeña princesa— debes saber que tu padre y yo no permitiríamos nunca que les ocurra nada malo, ni a ti, ni a tus hermanos, ni a nuestro reino, nosotros seríamos capaces de luchar cualquier guerra por ustedes

—y ustedes deben entender madre, que sea cual sea la guerra que se vaya a luchar, cuentan con nosotros para pelar, somos sus hijos, este es nuestro reino y tampoco permitiremos que les ocurra nada malo

Mientras hablábamos, un agitado y muy preocupado Axel interrumpió abruptamente nuestra conversación.

—Irina, tenemos que hablar


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