Capítulo XXX: Quédate a dormir

69 6 130
                                    

- ¿Qué te ocurre Iria? Mi abuela nos dejó la casa para aislarnos un fin de semana y olvidarnos de todo. No parece que te sientas muy cómoda aquí...- pregunta Alec en un tono comprensivo.

Los dos están sentados en el sofá. Iria está tapada con una manta absorta en sus pensamientos. Se muerde las uñas y mueve los pies, algo le inquieta. Alec está relajado, mirando fijamente a Iria en vez de al pregrama que están viendo en la tele.

- No puedo estar tranquila después de que el jardinero nos viera desnudos sobre el piano... ya sabes...- dice Iria más nerviosa.

- Anda, ven aquí.- contesta Alec acompañado de un gesto abriendo sus brazos para que Iria se abrace a ellos.

Iria se desliza por el sofá sin soltar la manta y se acurruca en los brazos de Alec apoyando su cabeza sobre el pecho del chico.

- Lo siento... quizás no fue el mejor momento ni el mejor lugar...- se disculpa el chico dándole un beso a Iria en la cabeza.

- No fue tu culpa, es solo que me da vergüenza pasear por la casa después de que el jardinero me haya visto desnuda... ¿Y si vuelve otra vez?- contesta preocupada.

- No volverá, ya terminó su trabajo así que no nos molestará en todo el fin de semana. Ahora podemos hacerlo cuando y donde queramos.- dice guiñando un ojo.

Por el contrario Iria no parece tan convencida. No le agrada la idea de volver a ser pillada.

- Quizás sea mejor en una habitación en la que las paredes no Sean de cristal.- replica haciendo enfásis en el "no".

Alec solo se ríe y vuelve a dejar un beso sobre su cabeza. Iria entierra su cara entre la manta y Alec, su respiración es menos alterada y consigue cerrar los ojos. Alec muestra una sonrisa ladeada y se queda mirando a la chica que descansa junto a él.

Las horas pasan y el tiempo se lleva rápidamente al fin de semana. Mientras Alec e Iria pasaban el fin de semana en la casa de campo, el resto estaba en Stonehill, estudiando para los exámenes del semestre.

Es lunes por la mañana, una tortura para todos, pero para Julie es mucho más que eso. Más bien, para Julie, cada minuto que pasa en el instituto es un infierno, pues los rumores acerca de ella son como una pequeña bola de nieve en una gran montaña nevada, una vez que cae se hace más y más grande hasta superarte en altura. En resumen, acabas aplastado por la enorme bola de nieve que una vez fue pequeña. Pero, ¿qué pasa si Julie para la bola? ¿O si otro montañista le ayuda a escapar de la montaña y la lleva a un lugar soleado donde la nieve no sea un peligro?

Pero olvidemos ese oasis soleado, rodeado de palmeras y animales exóticos. Ahora Julie está en la montaña nevada, concretamente justo antes de ser aplastada por la gran bola de nieve. Es decir, en el núcleo de todos los rumores, LA CAFETERÍA.

Julie entra sola en la cafetería. Lleva su mochila colgada de sus dos hombros y entre sus brazos lleva un libro y un cuaderno que aprieta contra su pecho. Su paso es ligero, camina rápido para llegar cuanto antes con sus amigos sin tener que escuchar nada sobre ella, pero en cuanto da su primer paso todos comienzan a mirarla, analizando cada uno de sus movimientos, buscando algo que puedan criticar.

- No puedo creer que Julie se siga sentando con los chicos del equipo de lacrosse.- se escucha in murmullo de fondo.

- Tienes razón, si yo fuera Max no le dejaría volver a sentarse con mis amigos nunca más.- le responde otro murmullo.

- Es una creída esa Julie.- dicen unos ojos que la miran fijamente.

- Literal, solo por acostarse una vez con el chico popular se creía que eran un matrimonio.

Amores ParalelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora