Su corazón latía rápido, intentaba ocultar su suave olor a cachorro bebé con las hojas y tierra como le había enseñado la manada días atrás.
Sabía que unos pasos no tan desconocidos se acercaban cada vez más al arbusto.
Sabía que el escondite que había elegido no había sido de lo más estratégico.
Y eso lo comprobó cuando unos dientes lo tomaron por la piel de su cuello.
Un chillido del susto escapó del cachorro de pelaje oscuro y, si los animales pudieran reír, estaba seguro de que el bufido que soltó el lobo mayor habría sido una risa.
Fue dejado en el suelo sobre sus cuatro patas que gradualmente fueron desapareciendo para quedar de pie en sus dos pies humanos. Dejando a la vista a un pequeño de ojos azules y un flequillo de su negro cabello que caía por su frente, con un tierno pero intimidante ceño fruncido en su rostro.
—¡No me das ni tiempo para esconderme! —Fue lo primero que salió de la boca del chico— ¡Eso no es justo!
—Un cazador no te daría tiempo de esconderte, Tobio —Contestó el lobo que le había descubierto, imitándole al tomar la forma humana y mostrándole una sonrisa, burlándose del él.
Un hombre alto fue lo que quedó frente a Tobio, este se agachó para retirar un poco la tierra y hojas que habían quedado en su cabello.
—¡Pero, Daic-...!
—¿Qué dijimos sobre llamarme ''Daichi''? —La sonrisa desapareció, tornando su expresión un poco más seria.
Las mejillas de Tobio se volvieron un poco rojas por ese regaño y giró su cabeza en un intento de evitar la mirada molesta del contrario.
Lo olvidaba muy seguido; la pareja Sawamura, Kōshi y Daichi, eran sus padres, y él suponía que era una falta de respeto decirles de esa manera después de todo lo que habían hecho por él.
Las letras fueron uniéndose en un avergonzado susurro y formaron una palabra: ''papá'', esta salió de su boca, pero su propia voz no llegó a sus oídos. El rostro de quien había llamado de tal forma volvió a sonreír, pero fue desapareciendo, siendo consumido por una oscura tela.
Tobio comenzó a sentirse pesado y era como si el frío le envolviera el cuerpo, aquel sol que parecía ser perteneciente a un caluroso verano fue perdiendo su calidez gradualmente hasta desaparecer.
No, él quería seguir allí.
Lo deseaba, lo anhelaba, aún estando consciente de que aquello no era más que un simple escenario engañoso creado por su cabeza.
Porque su padre realmente ya no seguía con vida y era su culpa.
Un zamarreo y unos gritos le trajeron de vuelta.
—¡Tontoyama, despierta!
Sus ojos se abrieron y parpadearon repetidas veces intentando acostumbrarse a lo blanco que era de pronto el lugar en el que se encontraba. No era verano y claramente el lobo encima de él no era su padre. Este nunca tuvo el cabello pelirrojo.
—¿Qué...?
—¡Estás vivo! —Lloriqueó Hinata de la felicidad— ¡Ya estaba pensando en cómo decirle a Sawamura-san que maté a su hijo por accidente!
—¿Ah? —Kageyama se sentó, sintiendo que todo su cuerpo estaba congelado y algo adolorido— ¿De qué estás hablando?
Kageyama llevaba al menos diez minutos inconsciente —quizás más— por culpa de nadie más que el propio Hinata.
Como habían acordado el día anterior, debían empezar el día con su patrulla matutina en los alrededores. El omega fue arrastrado fuera de las mantas por el alfa, literalmente: Tobio lo agarró de los pies para sacarlo de la cama improvisada en el suelo que habían hecho.
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El cachorro que trajo el invierno [KageHina]
Fanfiction"Déjame mostrarte que tan cálido puede ser el invierno" Hinata es un omega infértil, razón por la que es echado de la manada y se encuentra vagando en solitario por el bosque en busca de un nuevo hogar. Kageyama es el próximo Alfa líder de su manada...