6

2.5K 326 163
                                    

¿Cuánto tiempo había pasado desde la ultima vez que escuchó su voz?

Habían sido semanas sin verle y ahora estaba ahí, frente a él, siendo semi-ahorcado por ella.

Escuchar esa voz tan familiar cerca hizo que recobrara sus sentidos y soltara al chico del agarre tan brusco que tenía sobre él.

—Shōyō —Su nombre rozó en un susurro los labios de la rubia— Hermano.

El omega sólo pudo abrazarla, estrecharla junto a su cuerpo fuertemente, como si tuviera miedo de que aquello sólo fuera un espejismo, una ilusión de su mente, pero sentir que su cuello se humedecía por las lágrimas de Hitoka le dijo que todo era real, que su hermana estaba allí.

—E-Estás bien, ¡estás vivo! —Dijo entre sollozos que se ahogaban en el abrigo que Hinata llevaba puesto.

—Sí, lo estoy —El shock no le dejaba responder bien, ni siquiera las lágrimas podían salir de sus ojos por mucho que quisiera.

—Estás temblando, ¿Tienes frío, verdad? —El lado de hermana mayor se había activado cuando cayó en cuenta de que Shōyō temblaba. No sabía a ciencia cierta si era por emoción o por el frío como ella decía— Ven, te daré algo para que te calientes.

Un bello lobo rubio apareció en un abrir y cerrar de ojos, Hitoka era un lobo no mucho más grande que el de Hinata, de hecho, el tamaño del omega sobrepasaba el de la beta, lo que como hermana mayor le ofendía y bastante.

Caminaron con tranquilidad y la cola de Shōyō no dejaba de menearse de un lado a otro, no pudiendo evitar sentirse feliz, aquel sentimiento cálido de ver a su familia le inundaba el corazón.

El camino duró algunos minutos, pero claro, estar en sus formas de lobos les daba la agilidad y rapidez que la forma humana carecía.

El campamento que Hitoka tenía armado era simple y pequeño; siendo sólo una tienda, una fogata y sus respetivos troncos para sentarse en frente de ella lo que lo componían.

—Siéntate cerca de la fogata, iré a buscar algo de té a la tienda.

Shōyō le regaló una sonrisa que desapareció al verla entrar al pequeño lugar. Los nervios de pronto se hicieron presente y comenzó a jugar con sus manos. Estaba feliz de ver a su hermana, ¡Claro que lo estaba!, pero no podía evitar sentir algo extraño en toda esa situación.

Podía ser por el hecho de que Hitoka de seguro traía cosas de la casa en la que antes vivía, sin embargo, había un aroma distinto en el ambiente.

Uno a un alfa que conocía demasiado bien como para que pasara desapercibido a su olfato.

—Ten —No se dio cuenta en el momento en que su hermana había vuelto y preparado la infusiones tan rápido.

Recibió el pequeño vaso entre sus manos, entregándose al calor que este le daba.

—¿Cómo es que me encontraste? No es que me moleste, pero ambos sabemos que no eres muy valiente como para venir sola —No estaba entre sus intenciones insultarle, eso estaba claro— ¿Qué piensa el Alfa sobre esto? ¿Por qué viniste?

—Hey, tranquilo, una pregunta a la vez —Se sentó en frente de él y tomó un sorbo de su vaso antes de continuar ante la mirada atenta del omega— Fue tu aroma —Respondió con sencillez— Somos hermanos Shō, ser beta y no reconocer las feromonas en alfas ni omegas, no me impide reconocer el tuyo.

Eso tenía sentido, la rubia tenía grabado el aroma de Shōyō en su memoria, pero eso sólo resolvía una de las dudas de Hinata, así que Hitoka siguió respondiendo.

—La segunda pregunta está ligada a la tercera —El pelirrojo inclinó su cabeza hacia un lado, no entendiendo— Papá está de acuerdo con haya venido a buscarte, quiere verte y que vuelvas a ser parte de la manada.

El cachorro que trajo el invierno [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora