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Hinata decidió quedarse dentro de la cocina y no salir persiguiendo al lobo testarudo que lo había dejado hablando solo. Si Tobio estaba enojado, probablemente lo mejor sería dejarlo solo por un momento para que se calmara y así evitar que se desquitara con él.

Apoyó su cabeza sobre la mesa mientras observaba como salía el vapor de su taza con té caliente, pensando en lo rídiculo que fue comprometerse con Kageyama, quizás lo mejor hubiese sido quedarse en el bosque como un lobo solitario, está seguro de que tal vez si habría sobrevivido llevando ese estilo de vida y eventualmente podría haber vuelto a su manada.

No, eso era imposible: su padre ahora lo detestaba. ¿Quién pensaría que un padre puede ser tan cruel con su propio hijo?

Una pequeña lágrima bajó por su mejilla hasta chocar con la mesa. Shōyō se sorprendió, pues no había podido llorar desde que fue exiliado de la manada, no se había dado el tiempo de pensar un poco en sus emociones, ya que había estado transformado en su versión lobo todo el tiempo y los instintos de supervivencia eran los que estuvieron presentes.

Escuchó un carraspeo a su espalda y se levantó de golpe, quedando de pie a un lado de la mesa. Sus ojos curiosos se encontraron con un hombre de cabello grisáceo y ojos marrones, bajo el izquierdo había un lunar muy coqueto a los ojos de cualquiera.

—¿Quién eres? —Fue lo primero que salió de la boca del hombre. No parecía estar molesto, pero sí sorprendido por la presencia del chico.

—Soy Shōyō Hinata, disculpe la intromisión —Se inclinó en señal de respeto. Internamente estaba gritando por el hecho de que Kageyama le había abandonado a su suerte dentro de una casa ajena.

—Oh, eres tú —Una sonrisa se mostró entre sus labios— Soy Kōshi Sawamura, la madre de Tobio y Miwa, que supongo que ya la conoces. Tú debes ser el cachorro que se robó el corazón de mi hijo, ¿no?

"¿Sawamura? Pero Tobio se apellida Kageyama..." —Pensó el chico de cabello anaranjado.

Un pequeño sonrojo se alojó en las mejillas de Shōyō, y asintió con un poco de vergüenza. No podría decir que se había robado su corazón como tal, ya que Tobio seguía siendo un arisco con él, pero su omega interno adoraba estar cerca de ese alfa, por lo que sería al revés.

—Madre, volviste —El chico de ojos azules y cabello oscuro se asomó por detrás de Kōshi.

Lo bueno era que Kageyama ya parecía estar más tranquilo que antes, pero de todas formas, Hinata quiso golpearlo ahí mismo, ¿cómo se le ocurre abandonarlo allí cuando ambos sabían que su madre llegaría pronto? Se limitó a mirarle con odio sin que Kōshi se diera cuenta de ello.

—¿Qué les parece si preparo algo para comer y me cuentan todo? —El hombre de cabello gris miró a ambos cachorros buscando aprobación, pero el estómago de Hinata fue más ruidoso, dando a entender que le gustaba mucho la idea de comer algo.

—¿Qué les parece si preparo algo para comer y me cuentan todo? —El hombre de cabello gris miró a ambos cachorros buscando aprobación, pero el estómago de Hinata fue más ruidoso, dando a entender que le gustaba mucho la idea de comer algo

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El cachorro que trajo el invierno [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora