XVII

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El príncipe Jisung se bajó del caballo con la única intención de alejarse lo más que pudiera de su único guardia a cargo. Changbin era fácil de distraer, pero mentirle a quien lo conocía a la perfección no era realmente sencillo. Ya estaba lo suficientemente grande para estar solo en el pueblo, pero parecía que para su madre eso era una ofenda.

Por favor. ¿Qué era lo peor que podía hacer? ¿Salir con un hombre a escondidas? Claro, tenía sentido que Changbin estuviera detrás suyo en esos momentos.

Entró a la biblioteca del pueblo con el guardia detrás, deteniéndose exclusivamente en la entrada para sacarse el abrigo y sacudir sus pies en la alfombra. La bibliotecaria lo saludó con una pequeña reverencia, y tras ofrecerle ayuda y recibir un «sólo estoy viendo, gracias» por parte del príncipe, caminó hasta las enormes estanterías del lugar.

Estiró su mano y dejó que la punta de sus dedos divagara en las tapas de los libros, leyéndolas en su mente y repitiéndolas una detrás de la otra como si fuera un enorme texto sin sentido. Notó algunas más descuidadas y otras completamente intactas.

Se detuvo a admirar los colores, incluso se atrevió a tomar uno con detalles dorados que cruzaban por cada esquina y se unían en una preciosa flor al medio. Una flor que reconocía y que amaba con profundidad.

—¿«Amor no correspondido»? ¿Qué tiene que ver el girasol con eso? —preguntó Changbin, manteniendo una postura firme a su lado y mirando con curiosidad la tapa del libro que tenía Jisung en sus manos.

Una voz a su espalda contestó su pregunta, y a la vez, alteró todos los sentidos del príncipe con solo oírla de nuevo.

—En la mitología griega, la ninfa Clitia se enamoró perdidamente de Apolo, el Dios del sol, quien a pena de ella, no sentía lo mismo por la ninfa. Así que le partió el corazón a la pobre Clitia, dejando que muriera de pena. Aun así, los dioses del olimpo tuvieron compasión por ella y la dejaron convertirse en un bello girasol que giraba alrededor de su dios allá donde fuera. —Minho sonrió, dedicándole una suave mirada al príncipe, quien la desvió de nuevo al libro con una sonrisa igual de disimulada que el barón—. Sorprendentemente, esta flor tan hermosa y brillante, guarda una historia muy trágica sobre el amor no correspondido. Al menos en una de sus versiones.

Changbin abrió la boca con clara sorpresa, dejando escapar un suspiro de admiración ante la historia. Unos segundos después, volvió a su postura de guardia, dejando de lado ese deseo por saber más. Minho dio un paso al frente con sus manos en la espalda.

Estaba vestido completamente de negro excepto por su saco largo de color marrón casi tan oscuro como el resto de su vestimenta, mientras que Jisung iba en contraste, vestido de blanco con su camisa arremangada en su antebrazo y su cabello ondulado por la falta de cuidado que tuvo ese día con él.

—¿Fue realmente una compensación? —preguntó Jisung, alzando la mirada del libro hasta Minho.

—¿Qué opina usted, príncipe?

—Me parece más una condena. Un castigo injusto.

Minho sonrió, Jisung le devolvió el gesto.

—Opinamos igual, príncipe —dijo el mayor, dando una leve reverencia cuando olvidó por completo que no estaban solos—. Buenos días, joven alteza y compañía —agregó antes de caminar por el pasillo dejando atrás a los dos chicos. Changbin sonrió, siendo incapaz de opinar sobre eso.

—¿Por qué no se lleva el libro, príncipe? —preguntó el mayor, mirando la tapa con el girasol y elevando sus cejas. Jisung miró el objeto con curiosidad.

—Lo haré.

—¿Le aviso a la bibliotecaria o prefiere leerlo aquí? —continuó Changbin, pero Jisung estaba más ocupado mirando más allá del estante al mismo pelinegro que le había dicho tal leyenda para luego alejarse de nuevo—. ¿Príncipe?

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora