Minho dirigió su mirada a cómo su mano se encontraba perfectamente entrelazada con la de Jisung, quien abría la ventana de madera del establo y se daba la vuelta para dedicarle una sonrisa cómplice. Ese momento, ese perfecto momento donde sus ojos se encontraron fue el sello de toda su travesura, la razón firme de por qué querían huir de todas sus responsabilidades, de ese maldito final al que estaban atados como si fuera una condena.
No, no iban a aceptar perder aquella magia como si nada, iban a luchar por mantenerla viva esa semana y la harían sentir más presente que nunca.
Jisung y Minho salieron por la ventana entre risas y susurros cuidadosos. Se metieron al bosque sin mirar atrás, aún con sus manos tomadas y esquivando ramas bajas, raíces sobresalientes y dejando que el aire de primavera invadiera sus pechos por completo.
Corrieron hasta llegar a un pequeño arroyo donde pudieron apoyar sus manos en sus piernas y tomar el aire que le faltaba a sus pulmones luego de tanta risa y corrida.
Se miraron una vez más para volver a reírse en lo bajo. Minho lanzó su cuello hacia atrás, sintiendo su pecho vibrar por las emociones que su corazón le mandaba a cada centímetro de su cuerpo.
Se sentía vivo, se había propuesto enseñarle a apreciar el mundo al príncipe, pero también estaba aprendiendo él, viviendo una vida que nunca le pertenecería, pero aprovechando estar entre renglones de lo que algún día sería una mujer.
Aprovecharía cada segundo, justo como lo hacía ahora, viendo los ojos cerrados de Jisung mientras recuperaba el aire, viendo su cabello rubio despeinado y con pequeñas hojas verdes atravesadas en él. Viendo su sonrisa... Él podría verla toda la vida.
Se acercó a paso pesado y llevó su mano hasta su cabello brillante para quitar aquellas ramas traviesas. Jisung abrió los ojos, encontrándose con esas mejillas rosadas y esos ojos pesadamente oscuros sobre él. Se sentía pequeño bajo su mirada y sus centímetros de diferencia en altura, pero no inferior. Se sentía intimidado, mas no perdido.
No, Jisung pertenecía a esa mirada y lo sabía con exactitud.
—¿A dónde iremos, niño de oro? —preguntó Lee Know, quitando la última rama y bajando la mirada hasta los ojos del príncipe.
—¿A dónde...? —Jisung se quedó mirando sus profundos ojos, embobado en como el más alto le miraba con curiosidad—. Yo... ¿No lo sé?
La risa de Lee Know llenó el sonido de la naturaleza, reemplazandolo con esa sonora carcajada que, a su vez, no hacía nada de ruido, pues todo lo que hacían ambos chicos era un secreto; un suave susurro cómplice del viento.
—¿Me pediste escapar sin saber a dónde ir? —Minho se acercó un paso más al menor, dejando que sus respiraciones se unieran en un solo ambiente.
—No me importó cuando te lo pedí, solo quería salir de allí.
—Muy bajo para ser un príncipe, si me permite decirle —se burló el joven barón, haciendo rodar los ojos al más bajo.
—Oh, mis más sinceras disculpas, barón Lee Know. ¿Usted sí tiene un plan? Porque amaría oírlo de ser así —reprochó Jisung, alzando la barbilla y mirando con seriedad al mayor.
Minho sonrió en lo bajo, dándose la vuelta para mirar el bosque y volver a tomar la mano de Jisung posteriormente.
—Creo tener una idea de a dónde me gustaría llevarlo, príncipe.
—¿Y dónde es eso?
Minho se dio la vuelta para enfrentar al menor, juntando sus pechos y mirándolo con una preciosa sonrisa en sus labios.
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Our Fairytale - [Minsung] [✓]
FanfictionLa ceremonia de antifaces daba inicio como una intacta tradición a fines de invierno en el gran castillo de Alsanne. Las etiquetas eran dejadas en la puerta y la pirámide de la vida se destrozaba para nivelar a todos los humanos en el mismo eslabón...