XXI

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La luz del sol volvía a entrar por el enorme ventanal que decoraba la sala con el piano en el gran castillo Han y daba un aire muy característico en ese horario del día.

En tan solo media hora, saldría directo a su encuentro con Lee Know y no había cosa que esperara con más ansias que aquello.

Últimamente, era lo único que llenaba su cabeza y su corazón, dicho sea de paso.

Dejó caer sus manos en las teclas del piano, pero solo salió un sonido sin sentido, también debía admitir que estaba cansado por la cantidad inhumana de clases que le había estado obligando a tener su madre. Afirmaba que pasaba demasiadas horas fuera de casa, y aunque al inicio pensó que era positivo pasar tiempo con el pueblo, comenzó a notar que quizás solo eran escapadas de sus responsabilidades.

No era mentira, pero Jisung prefería que olvidara un rato su existencia. La coronación era algo estresante y eternamente complicado.

Amanner quería que aprendiera todo de una sola vez, que le agarrara gusto a reinar y supiera desde el inicio como ser un rey, pero eso era algo que no podía aprender de la noche a la mañana. ¿Por qué había tantas reglas y normas que cumplir? Además del reinado y la política misma, estaba su imagen, su postura y educación, sus modales y lo bueno que debía ser dando discursos. Era simplemente agotador.

La puerta del salón se abrió y las manos de Jisung se levantaron del piano mientras su espalda se erguía de golpe. Por suerte para él, su madre no había logrado ver la mala postura que tenía antes de que entrara.

—Jisung, hijo. Al fin te encuentro. Creí que te habías escapado al pueblo nuevamente —comentó Amanner, entrando a la habitación con la mirada en unos papeles en sus manos. Jisung suspiró—. Quería hablarte de algo.

—No estoy escapando de mis responsabilidades, madre —se defendió el menor—. Realmente creo que tener una buena relación con el pueblo es algo bueno para un futuro rey.

—No vine a reprocharte las escapadas, Jisung. —Amanner tomó asiento justo en uno de los sillones con sus piernas dobladas a un costado y sus manos en el regazo—. Últimamente estás yendo mucho al pueblo, es verdad, pero dudo que tenga que ver con tu porte de la corona o intenciones amigables. Comienza a darme curiosidad si esa huida tiene que ver con la princesa Lune. Porque de ser así… Sung, cariño, invitala al castillo. Pasen una tarde juntos y deja de ir hasta Nedhia todos los días.

Jisung tenía muchas ganas de meterse adentro del piano y huir de todas esas mentiras gigantes que debía crear para tener a su corazón estable latiendo en su pecho. Pero la injusticia venía de la mano con la vida misma, y por más que el amor tuviera un papel importante en su historia, no lo tenía en la de todos.

—En realidad, madre, no estoy viendo a Lune. No la veo desde la fiesta que se realizó aquí en el castillo —se sinceró el menor, levantando la barbilla con claro cansancio en su mirada.

—¿Y entonces? Jisung, gastar tiempo en escapadas no tiene sentido. Sabes lo que opino de tus irresponsabilidades, incluso si me afirmas ir para entablar una buena relación con el pueblo, aquí en el castillo también hay mucho trabajo. —Un suspiro se escapó de sus labios antes de volver a recomponer su postura seria—. Espero que recapacites pronto, cariño. Ser rey es un trabajo difícil, pero vale la pena.

—No me caben dudas de eso, madre. Daré lo mejor de mí —aseguró el menor, volviendo a caer en su propia mentira. No estaba dando lo mejor de él, estaba huyendo del castillo para ver a un hombre porque era eso lo que lo hacía feliz.

—Por cierto, la fiesta de primavera está cerca. Deberías invitar a Lune como tu compañera.

—Madre...

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora