La luna estuvo en la punta del cielo como compañera de un amor secreto. La única testigo, cuidando la espalda de ambos jóvenes que se perdían entre risas o anécdotas que un año les había arrebatado.
Con las manos entrelazadas, Minho dirigió al príncipe directo al lugar donde ambos pudieron sentir la mayor conexión con el mundo. Directo al campo de girasoles, dónde su amor aguardaba.
Y mientras corrían entre medio de las preciosas flores amarillas, Minho se detuvo, tal cual había hecho la segunda vez que se besaron. Mientras huían de la biblioteca, cuando su amor aún era un pequeño cliché secreto que no se oía tan mal en oídos ajenos.
Un príncipe saliendo con un barón como amigos. ¿Qué tanto había cambiado en ese entonces para que Minho se volviera un bastardo fugitivo y Jisung un aburrido príncipe que solo sigue órdenes?
Los ojos oscuros de Minho a través del antifaz se posaron con firmeza en los de Jisung, quien se dio la vuelta con una media sonrisa en su rostro y con la respiración agitada por tanto correr. Le miró con el cabello rubio despeinado, con sus ojos castaños endulzados y esa máscara dorada que le gritaba con eco a Minho lo cerca que estaba del paraíso.
El mayor se acercó, estirando sus manos de manera lenta hasta el antifaz de Jisung para sacarlo con la misma suavidad que trataba a una pequeña flor. A su flor. Jisung dejó a la vista su rostro, sus mejillas sonrojadas naturalmente y sus labios en una fina curva.
El menor también estiró la mano, quitando el antifaz con plumas del mayor y sonriendo cuando su precioso y prohibido rostro hizo presencia bajo la luz de la luna.
Si Jisung tuviera que elegir entre los girasoles alrededor y Minho, no sabría decir cuál era mejor.
—¿Realmente estás aquí? ¿O despertaré en mi cama otro día más contando las horas para matar el tiempo? —La pregunta de Jisung dejó una presión profunda en el pecho de Minho, quien buscó las manos del príncipe entre las suyas y las llevó directo a su rostro.
Minho tomó dos dedos de Jisung entre sus manos y dejó que suavemente delinearan su rostro. Dejó que las yemas de Jisung tocaran su mandíbula, sus mejillas, sus párpados, frente, nariz e incluso sus labios, arrancándole un suspiro pesado con ese tacto.
—Estoy aquí, al frente de la persona que considero ese amor que solo ocurre una vez en la vida. Vivo, respirando, mirándote y perteneciéndote. —Minho sonrió en cuanto Jisung lo hizo, bajando la mirada avergonzado de aquel acelerar en su corazón—. ¿Debo cometer un acto naturalmente ilegal para el mundo así me crees? —Jisung sabía a qué se refería el mayor, y con solo asentir levemente con esa suave sonrisa, Minho comprendió que ese correspondido sentimiento aún no había muerto para ninguno de los dos.
El mayor levantó la barbilla del menor con dominio, elevando su rostro hasta dejar que ambas respiraciones se chocasen, rodeados de girasoles buscando un sol escondido y siendo admirados por la mismísima luna.
Minho sonrió, estirando su cuello hasta dejar que sus labios tocasen los de Jisung. Ambos se besaron después de un año dónde el tacto no había existido y sus corazones se habían visto obligados a olvidarse.
—¿Eso quiere decir que me perdonas? —Minho se separó unos centímetros, pero Jisung volvió a pedirle cercanía, atrayendo su cabeza hacia la suya en un beso corto antes de responder.
—Lo haré cuando el sol salga por el final del campo, hasta entonces... me debes un año entero.
Y Minho tomó de la cintura al menor, dejándose llevar en los labios contrarios con un firme acuerdo.
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Our Fairytale - [Minsung] [✓]
FanfictionLa ceremonia de antifaces daba inicio como una intacta tradición a fines de invierno en el gran castillo de Alsanne. Las etiquetas eran dejadas en la puerta y la pirámide de la vida se destrozaba para nivelar a todos los humanos en el mismo eslabón...