Expectations

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Año 2024

Jack

Una vez que la azafata nos dio la indicación sobre que era seguro quitarnos el cinturón de seguridad, no sentí ni un poco de culpa al despojarme de este. A pesar de haber volado en primera clase, un vuelo de 17 horas no es tan sencillo, sobre todo cuando lo único que has hecho es pensar en lo que sucederá.

Expectativas, las formamos con el único y simple sencillo de tranquilizarnos y no enloquecer con nuestros propios pensamientos... lo malo de estas es que muchas veces a la realidad le es imposible alcanzarlas y terminamos cayendo en el interminable vórtice de la desesperación. Que dramático, ¿no?.

Recuerdo que a los 15 tenía un montón de expectativas; quería graduarme, tal vez no con el promedió más alto, pero si con el suficiente para obtener una beca deportiva jugando hockey, iría a la universidad de Pensilvania con Rapunzel y después ambos nos casaríamos para tener tres hijos y una vida tranquila... Ha, que cosa más tonta. Como sea, esta introducción tan lastimosa no es para compadecerme de mi, más bien es una invitación a reflexionar... en ninguno de estas expectativas jamás apareció el nombre y el rostro de Elsa de Arendelle; y ahora aquí estaba, bajando de un maldito avión en medio de toda esta gente que también estaba llena de expectativas, imaginándome lo que sucedería en estos días y deseando más que nada poder verla.

Elsa tiene este extraño efecto, sin siquiera intentarlo se escabulle en tus pensamientos y cuando menos lo esperas todas tus expectativas se forman alrededor de ella, tanto que lo sientes hasta el tuétano.

–¿Vuelo pesado?– sacudí mi cabeza al escuchar la voz del conductor del automóvil que me llevaría hasta el hotel. Seguramente el hombre había notado el incesable golpeteo de la suela de mi zapato contra el piso del automóvil, mi nerviosismo al morderme las uñas y la extraña manera en la que mis ojos se clavaban en la pantalla de mi teléfono celular en donde el nombre y el número de Elsa permanecían en mis ojos hinchados de incertidumbre.

–Uh...– piensa Jack, no dejes que se dé cuenta que eres tan patético –Sí... sí, fue muy... agobiante– felicidades Jack Frost, pensará que eres un lunático.

–Bueno, lo lamento, pero su viaje en este auto no será menos corto... nos espera un largo camino hasta Manhattan y más con este tráfico. Según el GPS será una hora de camino, bienvenido a la Gran Ciudad, por cierto–

Sonreí –No esperaba menos de Nueva York–

–¿Y qué le trae por aquí?, ¿negocios o placer?– me lanzó una rápida mirada por el retrovisor.

–...Un poco de ambas– admití.

–Nueva York está lleno de posibilidades, le recomiendo mantenerse abierto a ellas–

Reí con ironía –Posibilidades, es precisamente en lo que no he dejado de pensar– miré la fría agua nieve golpear e vidrio de mi ventana.

–No se atormente con eso, solo siga su instinto... créalo o no, siempre nos lleva al lugar correcto– dijo con su grave voz.

Miré nuevamente la pantalla de mi celular y mi sonrisa se ensanchó –Tiene toda la razón–

Me apresuré a escribir con mis dedos temblorosos el mensaje y enviarlo.

Jack

Hola, Elsa

Pasaron unos segundos tortuosos en los que comencé a dudar de mis facultades mentales y consideré seriamente largarme del país y cambiar mi nombre. El amable hombre que era mi guía pareció notar esto porque comenzó a reír con sutileza y negar con la cabeza.

Through the yearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora