Bonus 5: The roots where we belong

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El auto se detuvo justo en frente al garaje de aquella vieja casa, la casa en la que Jack vivió su infancia y adolescencia.

–Sigue igual– dijo un Jack de cuarenta y tres años al bajar del auto, se veía casi igual de joven, aunque ahora se había resignado y había asumido que era tiempo de vestirse como un papá cuarentón.

–Incluso sigue el aro ahí– comentó Elsa, quien tenía la misma edad que él, en sus brazos llevaba entre las mantas a un cachorro de cinco meses de pelaje blanco –Olaf va a amar el patio trasero–

–Oh, Maddie, tienes que ver esto– la chica de dieciocho años fue la última en bajar del auto, definitivamente era la hija de su padre y madre. Recién se había graduado de la preparatoria y estaba tomándose un año sabático antes de intentar aplicar a la Universidad de Pensilvania. Jack y Elsa habían visto esto como la excusa perfecta de volver a casa... su casa.

–Cuando era niño estaba un día jugando con mi pelota de basquetbol justo aquí y justo en ese momento llegó un camión de mudanzas junto con un auto... ahí vi a Elsa por primera vez–

–¿De verdad?, ¿Qué pensaste?– preguntó con curiosidad. Desde niña nunca entendió porque su familia era tan diferente a las demás, su madre estaba casada con alguien diferente a su padre y su padre vivía en otra ciudad con otra persona. Un día ella asistió a la boda de su padre junto con su madre y su novio... pero no era nada incomodo, parecía muy natural, hasta que comenzó a crecer y vio que las familias normales no eran así.

Su madre le dijo que ella era afortunada, porque tenía dos padres que, aunque no estaban juntos ya, seguían teniendo una relación amistosa y que ambos se llevaban bien con sus respectivas nuevas parejas. Pero nunca comprendió muchas cosas.

Sobre todo, la historia de su padre y Elsa. Tal vez porque ambos eran muy reservados con ésta.

–¡Estaba emocionado!, tu tío Hipo se había ido de vacaciones y no había más niños en el vecindario, pensé que podríamos ser amigos... ¡Estaba en un terrible error!– se rio a carcajadas.

Elsa se sonrojó al recordar esos días –No puedes culparme, eras... una tormenta andante, Jack, nunca había visto un niño así–

Maddie se rio –¿No te agradaba?–

Elsa negó con la cabeza –Tu padre hablaba hasta por los codos–

–¿Sabes?, eras justo como yo cuando era niño, así que pagué por todos esos dolores de cabeza que le di a tu abuela–

La chica se sitió avergonzada –¿Y cómo se hicieron amigos?–

Jack y Elsa cruzaron miradas –Oh, para eso hay que ir a otro lugar...–

.

–¿Qué es este lugar?– preguntó Maddie asombrada cuando llegaron a un lago después de caminar hasta el final del vecindario y adentrarse al bosque.

Jack tomó una gran bocanada de aire, no había estado en este lugar desde que era un niño y volver era difícil para él.

Elsa notó la respiración temblorosa de Jack, se acercó para tomar su mano y acariciarla para brindarle su apoyo.

–Aquí...aquí perdí a mi padre– sintió las terribles ganas de llorar, pero la tristeza disminuyó al recordar un evento importante –...Y fue donde di mi primer beso, debajo de este roble... el Roble de las Penas– acarició la corteza del enorme y viejo árbol.

Los recuerdos vinieron como cascada a Elsa –¡Dios, no puedo creerlo!– jadeó –Es verdad... fuiste tu...– según ella su primer beso había sido con Hipo, pero era verdad, cuando era mucho más joven ella y Jack compartieron ese momento de inocencia.

Through the yearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora