UN PEQUEÑO REPOSO

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El cielo se llenó de nubes densas a una mediana altura, la temperatura bajó y con ella, la moral . Dane deseaba que el pueblo de Yrano se salvara, no solo por el castillo de Syrah, que ahora había caído, si no por todos los pequeños pueblos que se encontraban sin protección alguna. Mientras más pensaba en eso, o se imaginaba estar en el lugar de esos pobladores, peor se sentía.

La noche se asentó, las luciérnagas comenzaron a dar brillos intermitentes el camino a seguir, pero al estar todos tan cansados, decidieron pasar la noche en una pequeña cueva fuera del sendero. Como de costumbre, Hanna encendió unas antorchas que había sacado de su bolsa sin fondo.

—Chicos, ¿Qué pasará con el reino de Yrano? —preguntó el bardo, preocupado.

—El rey tuvo el tiempo suficiente para evacuar a todo el castillo —respondió Vito.

—¿A dónde irán?

—Esperemos que no haga caso omiso y vaya hacia el norte.

—No puedo creer que esto esté pasando —dijo Sam en un pequeño murmullo.

—Es una pesadilla —dijo Gessa mientras apoyaba su rostro contra sus rodillas.

—Vamos, no se desanimen… —empezó a decir Vito, pero Kara lo detuvo.

—Debemos descansar —sugirió Alec, y Hanna sacó varias mantas de su bolso sin fondo.

—¿Quién hará la primera guardia? —preguntó Kara.

—Yo… yo la haré —se ofreció Dane y él pudo notar como Dara volteaba los ojos.

—Te acompaño —dijo Hanna y ambos se retiraron a la entrada de la cueva.

La noche ya estaba avanzada y a pesar de la luz que emitían las estrellas y la luna, todo se veía bastante oscuro, ambos se sentaron y Hanna fue la primera en hablar.

—¿Cómo estás? —preguntó la chica mientras se apoyaba en su hombro.

—Dara me odia.

—No es así, ya te dije que no es culpa de nadie, solo dale tiempo de superar lo que pasó.

—¿Cómo puedes estar tan segura?

—Deja de culparte, Dane, por favor, por mí —el bardo la miró y asintió levemente —. Gracias.

—¿Crees que conseguiremos un barco? —preguntó Dane, tratando de no sentirse culpable.

—Eso espero, es nuestra única oportunidad.

—¿Pueden llevar caballos?

—Ja, ja, ja, supongo que sí, me preocupa más el cómo lo vamos a conseguir.

—Ese problema lo tengo resuelto —comentó el bardo con un guiño.

—¿En serio?, ¿Cómo? —preguntó la chica en tono divertido.

—Conozco a alguien.

—¿Quién?, ¿Un gran capitán? —preguntó Hanna subiendo las cejas.

—Umm... Algo así —contestó Dane asintiendo.

—Ja, ja, ja, espero que tenga un buen barco —dijo Hanna mirándolo con intriga.

>Ja, ja, ja, yo también, ja, ja, ja<.

Mientras Hanna y Dane platicaban en la entrada de la cueva, Vito abordó a Gessa sobre sus habilidades de premonición.

—¿Cómo no viste lo que le pasaría a Osvál? —preguntó Vito susurrando el nombre de su compañero caído.

—Yo… No pude verlo —contestó Gessa de forma incómoda y meláncolica.

—¿Por qué?

—No es de tu incumbencia Vito —espetó Kara.

—Gessa pudo ver lo que le pasaría a Osvál, digo, sus premoniciones no eran del todo acertadas, pero pudimos saber algo y así una oportunidad para salvarlo.

—¡Tú no sabes lo que es vivir con eso! —exclamó Gessa enfadada.

—¿Qué hiciste con tu habilidad? —preguntó Vito con firmeza al leer la mente de su compañera.

—La deje, ¿Feliz? —contestó Gessa, bastante molesta. Kara la observó sorprendida y Vito siguió insistiendo a la chica.

—Pero, ¿Por qué?

—Era horrible, veía cosas que nunca pasaban, pero pensaba todo el tiempo en ellas, veía morir a la gente que pasaba a mi lado, aunque fueran solo unos niños, yo tenía la visión de los últimos momentos de su existencia no podía tener una vida normal, no podía vivir.

—Gessa… —comenzó Kara, pero Vito lanzó otra pregunta.

—¿Cómo lo hiciste?

—Vito, ya basta —sentenció Sam.

—Sí, déjala en paz —comentó Kara.

—Chicos, ¿No lo entienden?, Gessa pudo usar su habilidad para ver los planes de Nelia.

—Eso no lo sabes… —dijo Sam poniéndose en guardia, pero Gessa lo detuvo.

—Tiene razón, pude haber evitado todo esto —admitió Gessa mientras una lágrima le corría por la mejilla.

—Egoísta —dijo Dara y todos la voltearon a ver —. Pudiste advertirle a él, pudiste evitar todo esto, pero no. Decidiste pensar solo en ti y en tu felicidad.

—Amigos, ¿Qué tal si dormimos? —sugirió Alec, tratando de relajar la situación.

—Chiqui… Yo… —intentó hablar Gessa, pero se le cortaba la voz y la lluvia de sus ojos parecía no tener fin.

—No digas nada, ya dejaste en claro todo, solo piensas en ti, ni siquiera tus “amigos” te interesa. Me voy a dormir.

Dara se apartó del grupo,  tomó una antorcha y salió rápidamente de la cueva, pasando a un lado de Hanna, ésta solo miro a Dane y él supo lo que pretendía hacer, Hanna se puso de pie para seguir a su amiga, aun si no cruzara una sola palabra con ella, solamente quería asegurarse que regresara segura a la cueva. Gessa se dirigió con Sam a un lugar más privado, donde se acomodaron juntos  y hablaron, mientras, Vito era regañado por Kara y Alec.

—No sabes cerrar la boca, ¿Verdad? —lo reprochó Kara.

—No me digas nada, ni siquiera me hicieron caso —replicó Vito.

—¿Hacerte caso con qué? —preguntó Alec.

—Ahhh… Gessa podría ver lo que planea Nelia si se concentra lo suficiente.

—Debo reconocer que no es mala idea… pero aun así fue muy grosero lo que hiciste —comentó Alec.

—Pero, ¿Cómo? Gessa perdió sus poderes —dijo Kara mientras observaba cómo lloraba su amiga.

—Debe decirnos cómo lo consiguió  —dijo Vito encogiéndose de hombros.

—Ja. Buena suerte con eso —espetó Kara.

—¿Por qué no se lo preguntas tú? —sugirió Alec señalando a su amiga y ella se negó de inmediato.

—Sí, hazlo, es necesario, por todos nosotros, podríamos evitar más tragedias —pidió Vito.

—Ahhh. De acuerdo, lo haré en la mañana, ahora quiero dormir.

Los tres se despidieron y escogieron el lugar que les parecía más cómodo para dormir.

—No le hagas caso a Vito, yo sé que era difícil vivir con eso.

—Tiene razón, Chiqui también, pude ver todo y renuncié por egoísmo.

—Pues que se jodan, tienes todo el derecho a vivir como quieras y ellos no pueden decirte cómo hacerlo.

Estoy harto de que quieran controlar nuestras vidas solo porque no podíamos elegir libremente.

—¿Hice lo correcto?

—Claro que sí amor, ven, vamos a dormir.

Gessa se acercó a su pareja, se abrazaron y no tardó mucho para que se quedarán profundamente dormidos.

El Bardo: viaje al fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora