UN TRATO JUSTO

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"Mi alma puede ser tuya, si llegamos a un trato".

Esas fueron las palabras que dijo Sam y todo se volvió negro. La luz que brindaban las velas se extinguió como si alguien las soplara. El cuarto se llenó de niebla y un círculo rojo se formó en el suelo de la sala, este se abrió y salieron unas llamas.

De pronto unos gritos desgarradores inundaron la habitación y una sombra salió del agujero. La criatura o el ente, para ser más precisos, parecía un humano, excepto por las alas negras y el hecho de que no tenía ojos, en cambio tenía una boca muy grande y parecía sonreír todo el tiempo, vestía una especie de manto brillante de un tono opaco. Dane no estaba seguro, pero él sospechaba que el material del que estaba hecho ese manto era piel humana. La capa le cubría todo el cuerpo salvo las manos que parecían ser de puro hueso y con unas uñas extremadamente largas.

–Negociemos entonces –dijo el ente, pero su voz parecía tener un eco.

El bardo se estremeció y el ente volteó a verlo con una sonrisa que Dane jamás podría olvidar.

–Tragovac te he llamado para hacer un intercambio –dijo Sam con con la frente en alto.

–A Gessa ya no le gustó el último que hicimos –dijo el ente con una sonrisa horrenda.

–Eso a ti no te importa –lo reprimió Sam.

–¿Qué quieres y qué ofreces?

–Dame la habilidad de Gessa.

– ¿A cambio de...?

– Sam, no – imploró Gessa.

–Podemos hacer otro trato tú y yo querida –dijo el ente con malicia.

–Eres despreciable – espetó Hanna.

–¡Ah! La otra hermana, ¿Disfrutas tu libertad?

–¡Maldito! –Hanna tomó su arco, pero el ente comenzó a reír.

–Por favor niña, no pierdas el tiempo en intentarlo, ¿En qué estábamos? Ah, cierto, ¿Qué ofreces a cambio de sus poderes? –el ente metió la mano dentro se su manto y sacó lo que parecía ser un polvo, pero brillaba y era de un color amarillo.

–Te ofrezco mi alma –ofreció Sam y Gessa comenzó a llorar.

–¿Estás seguro? No hay vuelta atrás.

–Sí, estoy seguro.

–Muy bien, es un trato –el ente le ofreció la mano y Sam la estrechó, al hacerlo se escuchó como si el fuego comenzara a quemar algo.

–Sam… –susurró Gessa, pero ya era tarde.

–¿Es todo? –preguntó el ente, nadie contestó –En ese caso…

–¡Espera! –exclamó Dara –¿Podrías traerlo de vuelta?

–Querida niña, no puedo traer a los muertos de vuelta, va contra las reglas.

Dara se rindió para sus adentros y se mordió los labios para no llorar más, ahora lo importante es que su muerte no haya sido en vano.

–Espero volverlos a ver muy pronto, en especial a ustedes, mis niñas –el ente le sonrió a Hanna y Gessa y volvió a meterse al hoyo, cuando lo atravesó este se cerró y el cuarto se volvió a iluminar.

–¿Qué sucede cuando le das tu alma? –preguntó el bardo.

–Cuando mueres, él te reclama como suyo –contestó Alec.

–¿Por qué le diste eso? –preguntó Vito.

–Porque no planeo morir pronto –dijo Sam.

Después de la negociación, todos fueron a descansar. Como la casa de Dara solo tenía dos habitaciones se dividieron en hombres y mujeres.

El ambiente estaba tenso en ambas habitaciones, así que el bardo quiso ponerlos de mejor ánimo, poniendo su atención en otro lugar.

–¿Alguna vez han estado en Evol? –preguntó Dane y todos negaron con la cabeza.

–¿Cómo es? –preguntó Vito.

–Es un puerto cualquiera, la verdad no tengo nada interesante que contar, solo quería romper el hielo.

–Buen intento –dijo Alec.

–Oye, ¿Es verdad que puedes volverte invisible? –preguntó Dane con intriga. Alec le sonrió y poco a poco desapareció de la vista de todos.

–¡Es impresionante! –exclamó el bardo y Alec volvió a ser visible.

–¿Cómo lo haces?

–Es como dormir, me siento tan relajado que ¡Pff! Desaparezco.

–¿En serio? Yo pensé que tenías que concentrarte en desaparecer, así leo las mentes, sólo los miro fijamente y sus mentes hacen el resto –comentó Vito.

–¿Ya te llegó alguna visión Sam? –preguntó Alec.

–Aún no, no sé como ver más allá del presente.

–Solo relájate –dijo Alec mientras hacía lo mismo y se volvía invisible.

–No, concéntrate –dijo Vito y adoptó una mirada seria.

Dane se pusó a pensar en cómo podría teletransportarse a otro sitio, pero simplemente no podía, intentó relajarse  y también intentó concentrarse en desaparecer de la habitación, sin embargo, él seguía ahí.

–¡Wow! –exclamó Sam.

–¿Qué sucede? –preguntaron sus compañeros casi al unísono.

–Ví algo.

–¡¿Qué viste?! –preguntó Vito emocionado.

–Ví madera, trozos grandes de madera esparcidas por la arena.

–¿Qué? –Dane no le vio el sentido a lo que Sam decía.

–Sí, espera también veo… –Sam entrecerró los ojos y continúo –veo fuego y a ti Dane.

–¿A mí?

–Estás… estás llorando.

–Wow, esa habilidad es todo un acertijo ja, ja –comentó Vito.

–Cállate Vito, ¿Qué más ves?

–Yo… ya no veo nada –dijo Sam mientras abría los ojos.

–¿Estás seguro de que yo estaba llorando?

–Sí, lo ví con la claridad con la que te veo ahora.

–Bueno, habrá que averiguarlo después –dijo Vito con un bostezo –. Me voy a dormir amigos, buenas noches.

Alec apagó la leve luz que producía la vela y el cuarto quedó a oscuras. Todos sus compañeros se sumergieron en el sueño en nada y Dane no podía. Estaba bastante consternado, ¿Por qué Sam lo vió llorar? Se imaginó los peores escenarios en los que él podría llorar.
Perder a Topacio, perder a Hanna, caerse al mar, que el barco se hunda,  etc. Había demasiadas cosas en las que podría llorar.

La noche se hizo eterna para Dane y deseó con todas sus fuerzas pasar la noche junto a Hanna.

El Bardo: viaje al fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora