SE ACABA LA ESPERANZA

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La criatura que estaba frente a los ojos de Dane era la más magnífica, la más maravillosa, el mito hecho realidad. Con cuerpo de reptil alargado, extremidades largas llenas de picos y escamas de un color dorado, unas enormes alas de murciélago que infindian miedo con sólo imaginar el peso que podían levantar.

El dragón rugió y los oídos de todos se taparon, haciendo que se desorientaran. Hanna intentó disparar hacia la cabeza, pero la bestia soltó su aliento de fuego antes de que ella soltara las flechas.

—¡¿Cómo matamos eso?! —preguntó Sam.

—¡Los ojos y el cuello son sus puntos mas débiles! —contestó Alec.

—¡¿Y cómo nos vamos a acercar?!

—¡Debemos atacarlo por distintos flancos! —sentenció Vito.

—¡A mi cuenta! —exclamó Hanna mientras alzaba su mano —¡Uno, dos, tres! ¡YA!

Todos corrieron hacia el dragón por diferentes sitios, pero la bestia era inteligente y se elevó en el aire con  y se dejó caer, provocando un temblor que resquebrajo varias partes del techo.

—¡Cuidado! —gritó Dane, mientras esquivaba las piedras que caían sobre ellos.

El dragón soltó una llamarada en la dirección de Sam, pero con buenos reflejos él la logró esquivar. El que no corrió con tanta suerte fue Vito. La cola de la bestia lo impactó de lleno y salió volando por los aires.

—¡Vito! —exclamó Dane viendo como su amigo caía inconsciente.

—¡Dane, cuidado! —dijo Alec.

El bardo observó como el dragón se abalanzaba en su dirección con su hocico abierto. Dane intentó rasgar a la bestia con su espada, pero no logró hacerle ningún daño, en cambio el impacto hizo que Dane tuviera que soltar la espada.

Hanna lanzó una flecha luminosa que dejó cegado al dragón por unos segundos, era una oportunidad para poder atacarlo, pero la criatura se volvió a elevar.

Todos tuvieron que replegarse hacia la pequeña capilla que cubría el orbe, todos excepto Vito. El muchacho se encontraba a la espalda del dragón y le hizo señas a los otros para que lo notarán. Dane sabía que solo Vito podía tener una idea tan loca, así que decidió darle la oportunidad.

—¡Hanna lanza varias flechas luminosas¡ —le pidió Dane, la chica asintió y con una velocidad asombrosa lanzó varias flechas directo a la cabeza del monstruo.

Vito aprovechó y corrió hacia el dragón que estaba cegado y logró sostenerse de la cola de este. El dragón notó que algo se le había subido y comenzó a volar por el pequeño espacio donde se encontraban. Dane sabía que su amigo no resistiría así que salió para servir como carnada.

—¡Hey! ¡Aquí! —gritó Dane.

—¡¿Dane que carajo haces?! —preguntó Sam, pero el bardo lo ignoró.

—¡Aquí estoy lagartija con alas!

Hanna se percató de lo que el bardo estaba intentando y corrió al otro lado de la habitación.

—¡Aquí idiota! —gritó Hanna.

—¡No, Hanna! —exclamó Dane.

El dragón se abalanzó sobre el bardo, Dane sabía que tenía que darle más tiempo a su amigo, y aguantó quieto lo máximo posible para que Vito pudiera escalar hasta la cabeza de la bestia.

Antes de que el dragón pudiera tragarse al bardo una flecha se clavó en el ojo del monstruo, provocando que rugiera de dolor y se elevara de nuevo.

Vito casi cae, pero logró sostenerse de los cuernos del dragón. El muchacho estaba al lado del cuello, pero no podía clavar su espada con la suficiente fuerza para poder traspasar la piel de la bestia.

—No lo logrará... —declaró Alec y Sam asintió con tristeza, tocándose la sien.

El dragón se sacudía en el aire para intentar que Vito cayera, pero el muchacho se aferró con todas sus fuerzas.

—¿No puedes darle al otro ojo? —preguntó Dane a Hanna.

—Es demasiado rápido, para que pueda darle directo.

¡Chicos, prométanme…! ¡Mierda! —exclamó Vito debido a la fuerte sacudida de la bestia.

El dragón se estrelló contra la pared y Vito dejó caer su espada, pero con sus dos manos logró subir por completo a la cabeza del monstruo.

—¡Chicos prométanme que van a salvar al mundo!

—¿Qué planea? —susurró Dane.

—¡Por lo general odio las bodas, pero me hubiera encantado ir a la suya amigos!

—¡Vito! ¡No! —exclamó Dane.

—¡Los amo! —pronunció Vito por última vez.

Vito sacó una navaja que tenía en el cinto y la clavó en el ojo sano del dragón. La bestia volvió a rugir y se estrellaba con violencia contra las paredes, el techo cedió por completo y  trozos grandes de piedra caían sobre el muchacho y el dragón.

—¡Dane, cubrete! —exclamó Hanna tomando la mano de Dane y llevándolo hacia la capilla.

Toneladas de roca se desplomaron dejando enterrado al muchacho más feliz que alguien pudiera conocer.

Después de que el derrumbe se detuviera, salieron a buscar a su amigo. Dane movía escombros sin parar, pero no había rastro de Vito. Aún así, el bardo no dejó de mover rocas, cortándose una y otra vez debido al filo de éstas.

—Dane, se fue —declaró Hanna entre lágrimas.

—No, no, no digas eso, yo sé que él está bien —sollozó el bardo.

—Dane, entiende, él se fue. Ya no hay nada que puedas hacer —sentenció Hanna.

Alec también lloraba la pérdida de su amigo, Sam estaba incrédulo, nadie lo sabía pero en los últimos instantes, Sam había visto lo que le iba a pasar a Vito.

—¡Carajo! No, no puede irse así, ¡No! —el bardo comenzó a llorar y Hanna lo abrazó.

Dane se sentía devastado. Cada que formaba un lazo con alguien, algo terrible le pasaba a esa persona. Pensó en todo lo que había vivido en las últimas semanas, el como Vito lo había hecho parte del grupo sin rechistar. Lo feo de la muerte no es el deceso, sino el que no volverás a ver a esa persona nunca más, no podrás hablar con él, no podrás reír, llorar, decirle que lo extrañas o que lo quieres. Eso es lo feo de la muerte de un ser querido.

«Este viaje y esta misión eran una porquería. ¿Valían la pena los sacrificios que se habían hecho? Todo por una maldita esfera».

—Chicos, debemos asegurar el orbe —dijo Alec, mientras se limpiaba las lágrimas.

Dane y Hanna se incorporaron y se acercaron al orbe. El color de este era de un dorado muy brillante. Alec lo tomó y por un momento todo parecía haber terminado, pero, de pronto, el ambiente se sintió desolador, como si la esperanza les hubiera sido arrancada del cuerpo. Sintieron una tristeza acumulada y una ansiedad horrible.

—No puede ser… —susurró Alec.

Varios Iskalec se manifestaron frente a ellos en formas humanoides, Dane se había olvidado de ellos, pero no había olvidado las caras deformes que las sombras adquirían. Un círculo de luz se formó frente a ellos y de éste salió la dama, Nelia.

El Bardo: viaje al fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora