Al amanecer siguiente, el clima seguía con ese tono gris que infundía tristeza, con una pequeña sensación de humedad, pero no afligió los corazones del grupo. Todos despertaron de un buen humor, todos excepto Dara, que aún tenía muy reciente la partida de Ósval, se preguntaba si algún día se reencontraría con él en otro lugar, si podría volver a abrazarlo, a sentir su calidez, su esencia, su corazón, se preguntaba si pudo haber hecho algo más por él, si le dijo y le demostró lo mucho que lo amaba, tantas preguntas rondaban por su mente, preguntas a las que nadie les podía dar respuesta. Dara no tenía humor de dirigirle ni la mirada a Gessa ni a Dane, los cuales veía ahora mismo como personas con acciones muy egoístas.
Desayunaron con calma mangos, manzanas, moras y unos cuantos huevos hervidos que había recolectado Kara de un nido a unos cuantos metros de la cueva antes de que sus amigos despertaran, después de alistar las últimas cosas para proseguir con el viaje, Vito le guiñó el ojo a Kara y señaló disimuladamente a Gessa con la mirada. La chica pensó "cuando sea el momento" por lo que su compañero asintió con un ligero movimiento de cabeza.
–¿Cuánto creen que avancemos? –preguntó el bardo, mientras extendía el mapa.
–Ya casi llegamos a los límites de Yrano –señaló Vito.
–Si vamos a un buen paso y no descansamos podríamos llegar a Oleik –dijo Sam, por un instante todos pensaron en Dara, e inmediatamente todos lo vieron con una mueca –. ¿Qué? –Sam no entendía la situación.
–Da igual, esta misión está perdida –dijo Dara mirando a sus compañeros, saliendo del refugio donde se encontraban.
Todos salieron de la cueva y a lo lejos veían humo que suponían era del castillo. Dane tragó saliva, se montó en Topacio y no miró atrás. Hanna convenció a Dara de que le diera un líquido a Topacio para que aguantara un poco más el paso y no se cansara tan rápido. Mientras avanzaban a un trote algo acelerado Kara aprovechó para hablar con su amiga, Gessa.
–Hola, ¿Cómo estás?
–Estoy bien, gracias por preocuparte – dijo Gessa con una sonrisa.
–Sé que me vas a odiar por preguntar, pero, ¿Cómo los perdiste? –Gessa miró a Kara y sorpresivamente le contestó.
–¿Prometes no decirle a Vito?
–Lo prometo –dijo Kara mientras cruzaba los dedos sin que su amiga viera, algo infantil, pero válido de todos modos.
–Hice un trato.
–¿Un trato?, ¿Con quién?
–Es difícil de explicar.
–Por favor, haz el intento al menos.
–¿Por qué tanta insistencia, eh?
–Porque… soy una chica muy curiosa –dijo Kara con la sonrisa más forzada del mundo.
–Vito te pidió que me preguntarás, ¿Cierto?
–¡¿Qué?¡ ¡No!
–Claro que sí –dijo Gessa con enojo y aceleró el paso.
Vito alcanzó a Kara y la chica lo miró de mala gana.
–¿Cómo te fue? –preguntó Vito con una sonrisa.
–Oh ya sabes, fantástico.
–¡Que genial!
–Ah, eres un idiota –dijo Kara dejando atrás al chico.
Habían cruzado ya los límites de Yrano y el bardo reconoció los paisajes que apreció en el viaje de ida. No lo había pensado, pero se estaba dando cuenta de que volvía a su hogar, el pueblo que lo vió crecer, Evol, del reino de Radeverg, lugar de marineros, ¿Volvería a ver a su familia?, ¿Volvería a revivir viejos recuerdos?
![](https://img.wattpad.com/cover/276192944-288-k679384.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Bardo: viaje al fin del mundo
FantasyDespués de la batalla, Dane y sus compañeros se embarcan en un viaje desesperado para detener los planes de la dama, Nelia. En su travesía tendrán que enfrentar los peligros del lugar más temido por el bardo, el mar. Los viajeros descubrirán el lado...