PESCANDO SIRENAS

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Dane ya se estaba hartando de la gran vida en altamar, hasta los xotics se sentían desanimados, ya no le hacían bromas al bardo. Alguna que otra vez intentó tocar su laúd, pero no lograba encontrar inspiración.

Dara tenía cada vez más síntomas que no hacían más que reafirmarle su creciente embarazo y Gessa se ofreció a estar al pendiente de ella.

La barba y el cabello de Gerald ya habían alcanzado medidas extraordinarias. El capitán de "El tiburón negro" se dispuso a subir el ánimo de su tripulación.

—¡Vamos a pescar! —exclamó el capitán.

Los xotics salieron entusiasmados, algunos traían cañas, otros arpones y uno había robado la ballesta de Alec.

—¿Pescar? —cuestionó el bardo.

—Vamos, Dane. No seas un aguafiestas —le dijo Vito.

—¡Soy un bardo, las fiestas son mi especialidad!

—¿Entonces cuál es el problema? —le preguntó Gerald con una sonrisa que era difícil de percibir por su espesa barba.

—Gerald, no lo sé…

—Sera divertido, ¿no crees? —lo intentó animar Hanna. Dane la miró y no pudo decir que no a la mirada que lo volvía loco.

Sacaron los botes y se divieron en distintos grupos: Vito iría con los xotics, Dane con Hanna, Alec con Kara y Gerald iría con Sam.

—No quiero ir con él —se quejó Sam con Gessa.

—Tienes que distraerte, Sam. Además yo tengo que cuidar a Chiqui, no ha parado de vomitar desde la mañana.
Sam se fue hacia la cubierta de mala gana. Los demás ya estaban en los botes, listos y ansiosos (a excepción del bardo) de una pesca.

—¡Vamos! —ordenó el capitán y los botes se pusieron en marcha sin tener que remar, esto impresionó a todos.

Después de un momento los botes se separaron para poder buscar peces con mayor rapidez.

—Es hermoso, ¿no lo crees? —dijo Hanna.

—Eh, ¿Qué cosa?

—El mar.

—Ah, si tú lo dices.

—Solo míralo, es precioso, el cómo se refleja el sol, la luna, las estrellas, como podemos ver nuestros propios ojos reflejados en la inmensidad azul.

—Wow, creí que el que hablaba con poesía era yo.

—¿Qué haremos cuando terminemos con esto?

—Justo ayer estaba hablando sobre esto con Vito —dijo Dane, recordando los planes que tenía para su relación con Hanna.

—¿A sí?, ¿Qué planes tienes?

—Yo…

—¡Tenemos uno! —anunció Vito, mientras sostenía la caña de pesca con ayuda de dos xotics.

—¡Excelente, Vito, sostenlo! —aplaudió Kara.

A unos cuantos metros varios peces saltaron fuera del agua y a Gerald se le iluminaron los ojos al ver semejante botín de pesca.

—¡A la carga! —exclamó Gerald y los botes se dirigieron al banco de peces —. ¡Lancen la carnada!

Todos se pusieron en marcha, Hanna pensó un momento en si debía sacar su arco y pescar por su cuenta.

Gerald observó los rostros de su tripulación y se sintió satisfecho, había logrado subirles el ánimo; incluso Dane estaba contento, sostenía la caña con firmeza.

El Bardo: viaje al fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora