9.- Una plática nocturna

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-Shest, te gusta el rosa?

Ella negó con la cabeza.- me gusta el amarillo.

Reyna asintió seriamente. Pasaba un cepillo por el cabello de Shest que parecía que no había sido cepillado en años.

Shest cerró los ojos y empezó a tararear.

-Hmm, hmm, hmmmm, hmm, hmm, hmmmm.

Reyna sonrió y se unió a ella en su tarareo.

-hmm, hmm, hmmm, hmm, hmm, hmmm.

El cepillo daba compás a su tarareo, las dos sonreían y con los ojos cerrados tarareaban la canción.

Shest suspiraba, siempre leía historias donde una mujer cepillaba a su hija. Nunca entendía por qué parecía tan bello. Pero en éste momento, se sentía tan segura. No era su madre, pero una sonrisa cruzaba por su rostro.

Reyna por su parte miraba con tristeza el ahora suave cabello de Shest.

Un sueño que parecía ser un recuerdo la hizo temblar. Apretó los labios y negó con la cabeza.

-¿De dónde conoces la canción?- Shest se volteó a ver a Reyna.

Ella se encogió de hombros.- creo que de un sueño.

Shest reprimió una sonrisa.

-Entonces Shest, ¿Te gusta mi primo?

Shest la miró con el ceño fruncido.- ¿D-de que hablas?

-¡Te sonrojaste!

Reyna rió y la abrazó mientras Shest trataba de ocultar su rostro entre sus manos.

-Vamos no hay nada de que avergonzarse, aunque siempre creí que las personas calladas prefieren a las personas calladas.

-¿Que quieres decir?

-Que Énas es muy ruidoso.

-¡Énas no es ruidoso!- protestó Shest.

-¿¡¿QUIÉN QUIERE HELADO?!?- dijo Énas a gritos mientras entraba en la habitación con una gran sonrisa.

Las dos niñas se miraron y rieron.

~~•~~

Una casa que en vez de ser acogedora, parece ser una casa del terror se levanta sobre la isla. Amenazante, te espía. No puedes escapar

Ella extiende su mano al niño que pide ayuda. Pero el niño está perdido, lo han destruido, no puede salvarse.

El odio lo ha destrozado.

La niña mirá su propia mano, temblando.

-Cariño, debes de elegir, ¿Con quién te quedarás?

El niño está perdido, se lo han llevado. Y ella siente que se ahoga ¿Cuánto tiempo le queda? ¿A dónde puede escapar?

Su padre cae bajo una cuerda, ¿Si? ¿No? Ella no lo puede alcanzar.

Parece que es el odio su hija y no la niña que trata de escapar.

Su madre no tiene rostro. Es una incógnita sin resolver.

La niña de trenza corría por el jardín. Sus pasos haciendo un ruido sordo contra el suelo

Las risas de monstruos llenaban sus oídos mientras ella sentía el terror ahogándola.

Una puerta se cierra y una niña grita pidiendo ayuda.

Error, error. El odio la está llenando.

El odio de ellos se impregna en ella.

Acaba de abandonar a una niña.

Niega con la cabeza y sigue huyendo. Debe escapar de ellos, debe escapar del odio.

El odio la persigue. No la deja en paz.

Está en la orilla del barranco un paso en falso y caerá, y caerá, y caerá, la muerte o el odio. Otra elección, sólo hay dos opciones. ¿Por qué no hay otra opción? Nunca hay otra opción.

La niña la salva del odio. Tal vez hay esperanza para ella. Si, si, tal vez ésta vez podrá escapar.

-Maldita tu madre, eligeme a mi

-Maldito tu padre, eligeme a mi.

El dio a regresado, se avienta sobre ella. Cae a la muerte. Se ahoga, se ahoga en el odio y el miedo.

No pudo escapar.

~~•~~

Reyna se levantó temblando y entre sudores.

Había vuelto a ahogarse entre el odio de sus padres.

Pasó su mano por su rostro, cada año era así, sus padres se peleaban y decidían divorciarse. Y ella tenía que elegir, se ahogaba entre el odio que se tenían y esa pesadilla la acechaba por meses.

Miró a su alrededor y se fijo en la nueva amiga de su primo, que dormía plácidamente junto a ella.

Su cabeza hizo clic cuando entendió a quién se parecía tanto la niña.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, año tras año dejaba a esa niña fuera. ¿Acaso estaría tratando de escapar del odio como ella?

Tenía la oportunidad de cambiar ese destino. Por primera vez, podría cambiarlo...

Titubeó, pero sacudió el hombro de la niña mientras susurraba.-¡Shest! ¡Shest!

Una adormilada Shest sacudió la cabeza.-¿Reyna? ¿Que pasa?

-Quería preguntarte algo...

-¿Si.....?-la cabeza de Shest caía de vez en cuando y sus ojos se cerraban.

-¿Tu eres la niña de mi sueño verdad?

Ésto despertó a Shest.

"¿Que?"

-¿Que quieres decir?

-La del nido, ¿La pretendiente? ¿El mayordomo?

Shest sacudió la cabeza y se quedó boquiabierta.- ¿Tú eras la niña del impermeable amarillo?

La otra niña asintió alegremente.

-¿Six?

Shest sonrió, hacia tiempo que no había oído ese nombre... su nombre.

Reyna soltó un pequeño grito ahogado.

-Por favor, perdóname, perdóname por lo que hice.

Shest se sorprendió, si, recordaba a la niña que la dejo para morir. Y ahora era ella, Shest, la que podía o no perdonar.

Sintió un pinchazo de frustración. Pero recordó cómo Énas la había perdonado después de sus errores. ¿Por qué no haría ella lo mismo?

Asintió lentamente.-Te perdono Reyna...

La niña se cubrió la boca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y la abrazó con fuerza. Shest dudó, pero luego correspondió al abrazo.

-¿Ahora somos amigas?-Le sonrió la niña de trenza.

-¿Quieres ser amiga mía?

-¡Claro que sí!

Shest sonrió y asintió. Feliz de tener una amiga.

Reyna le dió un golpecito en el brazo.

-Será mejor que volvamos a dormir, mañana tenemos cosas que hacer.

Shest asintió, y acostándose, se dispuso a dormir. Diciéndose que tener una amiga no era gran cosa. No tenía por qué emocionarse tanto.

Sin embargo no podía borrar la sonrisa de su rostro.

¿Pequeñas pesadillas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora