Capítulo Siete

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Capítulo VII

Que trata del destino de Rocagrís, de lo que le sucedió a Jimin en la cabaña del bosque y de la decisión que tomó aquella noche.

Más tarde, mientras cenaban en torno a la hoguera, Lobo les habló de lo que se comentaba por el pueblo.

—Después de lo sucedido en la Fiesta del Florecimiento —dijo—, todo el mundo está buscando a Jimin. SoKyung considera que lo ha insultado gravemente y ha pedido su cabeza. Y ofrece mucho por él — paseó la vista por los presentes, como si tratara de adivinar si alguno de ellos sería capaz de traicionarla—. Peor aún: muchos testigos vieron cómo el rey sobrevivía a un flechazo en el pecho, por lo que los rumores sobre su presunta inmortalidad han cobrado fuerza. Y eso lo favorece. Si la gente piensa que no se le puede matar, nadie osará alzarse contra él.

Parecía que Jinhyun tenía algo que decir al respecto, pero Lobo le lanzó una mirada tan terrible que el soldado volvió a cerrar la boca sin pronunciar palabra.

—Bien —prosiguió Lobo—, las cosas van a ponerse difíciles en el dominio, especialmente ahora que ha cambiado de manos.

—¿Qué ha cambiado de manos? —repitió Jimin, alzando bruscamente la cabeza—. ¿Qué quieres decir?

Lobo dejó escapar una risa seca.

—Evidentemente, SoKyung piensa que HyuSik no está haciendo bien su trabajo —respondió—. No ha sido capaz de echarte el guante y encima ha permitido que lo ataques delante de todo el mundo. Así que ha entregado Torrespino a otra persona.

—¿Y qué hay de Rocagrís, la casa de mi familia? —preguntó Jimin—. ¿Quién vive allí ahora?

En tiempos de Minhyuk, el castillo del duque SeoJun había quedado algo olvidado. Jimin llevaba ya tiempo deseando regresar, al menos para verlo de nuevo, pero temía lo que iba a encontrarse. Quizá, abandonado, Rocagrís se había convertido en un nido de cuervos. O tal vez en un antro lleno de bárbaros.

—Es curioso que lo menciones —respondió Lobo—, porque me consta que el nuevo señor del dominio quería instalarse en el antigua castillo de tu padre, pero SoKyung no se lo ha permitido. No hasta que cumpla la misión que le ha encomendado.

—¿Y cuál es? —quiso saber Jimin.

—Capturarte, naturalmente. Vivo o muerto. Y, como sabe que te escondes aquí, en el bosque, le resultará más práctico emplazarse en la base más cercana. Cuando cumpla su cometido, su rey le entregará todo lo que era tuyo.

Jimin bufó con desdén.

—Que intente atraparme si puede. Ya tengo experiencia en tratar con bárbaros.

—No es un bárbaro. SoKyung ha concedió el dominio de tu padre a uno de los caballeros renegados. Creo que le conoces: se llama Jungkook de Castelmar.

A Jimin le dio un vuelco el corazón justo antes de empezar a latir totalmente desbocado. Lobo advirtió su palidez.

—Vamos, Jimin, no me digas que aún sientes algo por esa rata traidora. Supéralo de una vez, ¿quieres?

—No siento nada por él —replicó él con fiereza; pero le había temblado la voz levemente al hablar—. Lo odio; me dejó plantado y me entregó a los bárbaros, y me niego a creer que encima tenga la desfachatez de pretender darme caza para quedarse con la hacienda de mi familia.

Lobo se encogió de hombros.

—Míralo por este lado: si se hubiese casado contigo, esas tierras serían suyas de todos modos.

El canto del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora