𑁍Capítulo 12

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Tras haberme dejado llevar por ella, llegamos a un lugar de un lago, habían algunas luciérnagas y se escuchaba un ligero sonido de el agua acompañado con el olor fresco

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Tras haberme dejado llevar por ella, llegamos a un lugar de un lago, habían algunas luciérnagas y se escuchaba un ligero sonido de el agua acompañado con el olor fresco. Nos sentamos ambos en un tronco y solo titubeaba intentando sacar tema de conversación aunque prefería solo tenerla al lado, pero amaba su voz.

-¿Qué hora es?- preguntó mirando mi muñeca en la que poseía el reloj de muñeca que Jace me había dado.

-las... cuarto para la una- contesté.

-es mi lugar favorito- sonrió, la poca luz que se reflejaba en su rostro la hacia parecer casi un ángel para mí. -y mi hora favorita también- rió.

-¿Y... cómo conociste este lugar?-.

-umh...- entrecerró un ojo haciendo una mueca -estaba escapando de mis padres, querían que me peinara para la escuela y ni siquiera quería ir, entonces salí de la casa y comenzé a correr hasta que llegué acá y el lugar me gustó. Es el único lugar que mis padres si me buscan no me encontrarían- sonrió.

-¿Y no crees que yo les podría decir?- pregunté un poco burlón. Me miró.

-no- frunció los labios negando con la cabeza -lo creo- continuó -no te creo tan desgraciado- levanté las cejas abriendo un poco la boca.

-pues no deberías de confiar en todas las personas- miré al frente jugando con mis dedos.

-¿Qué escondes, Adrian?- me miró curiosa. -igual no creo que vayas a decirles algo- levantó los hombros.

«Pregunta, pregunta, pregunta, pregunta, vamos boludo, pregunta.»

-¿Por qué depositas tanta confianza en mí, como para enseñarme tu lugar "secreto"?- hize caso a lo que mi mente me decía que preguntara.

-mhh... tal vez comienzo a agarrarte confianza-.

-o tal vez quieres que sea tu amigo- bromeé riendo.

-claro que no- contestó igual. -aunque tal vez no sea mala idea- «lo que no sería mala idea sería besarte, aunque si la sería porque yo no estoy en tu...tz tz tz tz, radar».

Comenzé a reír y le hice cosquillas en su estómago por unos segundos.

Y ahí pensé: nunca fue mala idea haber invadido su privacidad entrando casi cada noche por su ventana y estarla mirando como fingía dormir mientras imaginaba mil historias a su lado.

Los sonidos de algunos grillos se escuchaban, la noche estaba tranquila y se sentia algo tan ligero que probablemente podría dormir acá despreocupandome de lo que pasará a mi alrededor.

Sentí como su cabeza se recargaba en mi hombro, mi nariz comenzaba a doler por el frío oxígeno con olor a alcanfor-eucalipto que producía el ambiente ahí. Todo estaba tranquilo hasta que se escuchó como una canción se reproducía a través de una bocina muy grande, parecía que era una fiesta aunque por lo regular las fiestas empezaban a las 8:00 pm la hora en la que los papás suelen irse a trabajar o a algún motel, nunca se sabe si en verdad trabajarían.

No soy quien creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora