-te vez linda...-
-oh si, claro- contesté con sarcasmo.
-hablo enserio- contestó sonriendo.
Asentí con un murmuro. Yo no me sentía así, todo lo contrario, cada que me miraba al espejo me encontraba un defecto y al ver pasar a esas chicas de cuerpos perfectos me revoloteaba el estómago e intentaba ocultar mi cuerpo en ropa holgada.
Por ello escuchar un "te vez linda" era una cosa así como incomoda para mi pensando que solo lo dicen porque saben que la única cosa que no tengo bien desarrollada es el amor propio.
-g...gracias- titubee jugando con mis dedos evitando su mirada.
Me di media vuelta y me metí al baño casi corriendo.
Mis mejillas ardían, en el lavabo mojé mis manos y las puse en estás para bajar lo rojo pero no eso funcionó.
Esperé algunos minutos y volví a salir del baño hacia la mesa donde él ya estaba sirviendo junto a otro mesero.
Mi estómago era como un vacío que no se iba a llenas, mis nervios provocaron que me mordiera el labio pero aún así caminé a la mesa.
Tomé el lugar que estaba y bajé la mirada. Sentí como alguien rozaba sus pies con los míos inocente pero intencionalmente. Levante la mirada otra vez y vi a Jackson sonriendo tímidamente jugando con su dedo índice en sus labios ligeramente curvados, tenía un aspecto de sonrisa traviesa y aunque no sabía a lo que se refería le respondí al gesto imitando el suyo pero de forma más inocente que él. Con más confianza pegaba sus zapatos a los míos pero había algo incómodo en eso.
-para ti- Adrian puso mi plato enfrente de mi y sonreí pero ahora mirándolo a él.
Había formado un corazón con el arroz, eso había sido raro pero lindo a la vez. De igual forma sentí que me estaba agradando de una forma más interesante el chico pelinegro.
Dos horas después decidieron que era hora de volver a casa, de inmediato Jack se puso de pie y tomó mi abrigo para ayudarme a ponermelo. Agradecí y me extendió su brazo,me enganché de él y salimos de el restaurante detrás de nuestros padres.
Internamente sentí una mirada siguiéndome, sabía de quién era pero no sabía por qué me miraba aunque había una ligera sospecha de qué, cosa que ignoré.
Mis brazos se erizaron y mi cuerpo comenzó a temblar cuando salimos, hacia tanto frío que mis dientes empezaron a castañear.
Jack tomó mis manos entre las suyas brindándome un poco de calor.
Al llegar a la camioneta nuestros padres susurraron algunas cosas y asintieron, su familia se fue a su auto y mi papá se subió al volante.
-Señor Laurens- habló el chico rubio y mi papá le prestó atención. -¿Olivia se puede ir con nosotros?- titubeó jugando con sus dedos.
ESTÁS LEYENDO
No soy quien crees
RomanceOlivia y Adrian viven una relación a escondidas, pero ellos también tienen secretos que tanto ella como él esconden. Mientras el padre de Olivia no la deja juntarse con ciertas personas, ella pone la actitud que su padre espera de parte de esta mism...