Capítulo 8

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Lilit.

6 días han pasado desde que encontré casi desnudo en su habitación.

Su imagen sigue intacta en mi mente, su torso desnudo y plano, sus brazos largos y fuertes,  sus piernas largas y gruesas, y con el pelo humedo fue una imagen digna de enmarcar.

Ethan a estado en reuniones con otros sacerdotes donde la pasan orando y planeando eventos para los feligreses, casi no a estado aquí, se va muy de mañana y vuelve para la hora de cena y luego va a dormir.

No hemos hablado mucho, pues cuando lo veo siempre es en la cena y de allí el se va rendido a su habitación a dormir.

—Creo que es hora que salga a divertirme— digo a la nada.

Estos días me he ganado la confianza de la reverenda, y Carla a estado un poco ausente con migo.

Es sábado, y son casi las 8 de la noche, así que bajo al comedor para poder cenar junto con todos.

Llego y me encuentro solo con la reverenda que me recibe con una sonrisa, y  Carla solo me ignora.

—Buenas noches, hija.— Saluda la reverenda.

—Buenas noches, madre—Le digo.

Nos traen la cena y no veo al padre llegar aún.

—¿El padre no cenara con nosotros?—Pregunto.

—¿Por qué tanta importancia?—Pregunta Carla.

—Solo se me hace raro que el no esté aquí— le resto importancia.

La reverenda mira con  desaprobación a Carla y procede a mirarme.

—El padre cenara hoy con el resto de los sacerdotes, vendrá un poco más tarde de lo habitual—Me informa.

—Bien, entiendo.

—Creo que debería de bendecir la cena usted, madre— Propone Carla.

—Creo que la debería de bendecir lilit, mejor—Resonde ella.

Me atraganto con mi propia saliva al escuchar aquello.

—¿Qué?—Pregunto.

—Que bendigas la cena, hija.

—Yo no puedo hacer eso.

—Claro que puedes, has estado con migo todos estos días, creo que ya sabes por lo menos que decir.

Intento no reír al recordar que no e puesto nada de atención a las oraciones del padre, o a lo que a dicho la reverenda así que opto por negarme.

—Creo que usted es la más indicada para hacer esto—Le digo.

—Vamos hija, solo da las gracias a Dios por la comida y listo.

La veo por unos segundos intentando negarme, pero por la cara que pone que que no se dará por vencida.

—Bien— Cedo.

Escucho una pequeña risa de Carla y trato con todas mis fuerzas no ahorcarla.

—Cerremos nuestros ojos y inclinemos nuestras cabezas— Dice la reverenda.

Procedo a hacerlo hasta que todo queda en silencio y no me queda más alternativa que empezar.

–Dios bendiga esta comida, Amén— digo.

Escucho otra risa ahogada de parte de Carla y la reverenda vuelve a hablar.

–Vamos hija, se que tienes algo mejor que eso.

¿Caer en tentación? +18 (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora