Capítulo 1

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Personajes de Nagita e Igarashi

En una humilde residencia ubicada en la ciudad de Chicago, la señora White perdía la batalla contra su enfermedad cardiaca en presencia de sus tres hijas: Candy, Paty y Annie.

─Candy hija... sé que las acostumbré a tener siempre... lo mejor y, ahora..., ya no estaré para darles... lo que necesiten.

─Mami, no se esfuerce, por favor ─le decía Candy, quien se encontraba arrodillada al lado de la cama de su moribunda madre, a la vez que le sostenía las manos entre las suyas; mientras, Annie y Paty se abrazaban afligidas por la situación.

─Hija, tú eres la mayor, ya cumpliste la mayoría de edad, te... te entrego... esta llave, es de un cofre que guardé en el segundo cajón del gavetero: es lo poco que me quedó después de que tu padre murió... son unos documentos y algunas prendas de... cof, cof, cof... oro, les servirá para sostenerse un tiempo sin problemas...

─Mami, no nos hables así, por favor...

─Siempre las cuidaré, desde donde esté, las amo con todo mi corazón. Dios las proteja... ─doña Pony exhaló su último suspiro.

Paty y Annie sin poderlo evitar se abrazaron a Candy para tratar de mitigar el dolor que las embargaba y así darse consuelo por el dolor ocasionado, tras el fallecimiento de su dulce y tierna madre.

Horas más tarde, los vecinos se acercaron para darles el pésame.

─La pérdida de un ser querido siempre será un dolor emocional indescriptible; ya verán que el tiempo sanará sus corazones.

─¡Tío Steven regresó, gracias, mil gracias por estar presente en este momento tan doloroso!

─Candy, les ofrezco mi apoyo en lo que pueda.

─Gracias, Tío.

Los días pasaron; entre tanto, en la corporación Ardlay.

─¡Es increíble, esto es único en la historia!

─Tía: ¿cuál es la tragedia?

─¡¿Cuál?! Es una desfachatez de tu parte que te atrevas a preguntar. Eres el único heredero de la familia Ardlay de descendencia directa y, ahora, nunca, nunca más... ¡Rayos! ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Te hizo feliz dejarnos en ridículo? Hasta aquí llega nuestra familia, por tu culpa ya no tendrá descendientes nuestro linaje. Hasta aquí llega la ilustre familia de tradición escocesa. Solo, solo, porque, porque ¡tú decidiste...!

─Tía, no es tan grave. Instruiré a Archie para que me supla en las actividades gerenciales. Deje a un lado el drama. Usted sabe que me he estado preparando para servir a Dios desde muy temprana edad.

─Sí, pero yo creí... pensé que reflexionarías en algún momento. Existen curas que se alejan de la iglesia, pero tú, tú ya tienes 30 años, y yo ya soy una mujer bastante mayor ─Albert la abrazó para calmarla.

Por otra parte, Georges llegaba al corporativo como siempre (con buen humor) saludando a la asistente de la presidencia.

─¿Cómo estas, Kelly?

─Decepcionada ─contestó semi triste─. Georges, nadie se explica: ¿Cómo se pierde en la vida semejante monumento masculino? Es cuasi perfecto: ayuda al prójimo, es guapo, elegante, poliglota, caballeroso y todo para irse a servir a Dios. Ninguna mujer podrá disfrutarse ese caramelo.

Amada míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora