Capítulo XV

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"- Primero: Sir Sandor Clegane será esposo de la Reina, nunca Rey en el Norte. Tendrá todas sus necesidades cubiertas, pero no tendrá derecho a nada, como él mismo. Si el matrimonio se rompiese, deberá abandonar Invernalia solo con sus actuales posesiones.

- Segundo: Nunca, bajo ningún concepto, Sir Sandor Clegane podrá formar parte del Consejo del Norte.

- Tercero: (viene del punto dos),en caso de fallecimiento de la Reina en el Norte, Lady Sansa Stark, nunca podrá ocupar en trono. El futuro Rey será nombrado por los señores del Norte.

- Cuarto: (viene del punto tres) los herederos que nazcan de la unión de Lady Sansa Stark, Reina en el Norte, y Sir Sandor Clegane, serán herederos del Norte siempre y cuando seán elegidos por el consejo de los señores del norte.

- Quinto: (viene del cuatro), en caso de que sean nombrado Rey en el Norte alguno de sus hijos, Sir Sandor Clegane, no podrá ejercer ninguna influencia en el gobierno del reino, a riesgo de ser expulsado de Invernalia."

Los tres miembros del Consejo que le había llevado el papel, estaban esperando a que firmase con cara de pocos amigos. Sandor supo sin lugar a dudas que eran de los que habían escrito "esas capitulaciones".

Leyó atentamente el papel dos veces más, disfrutando de las miradas de fastidio de los emisarios de los nobles.

No es que tuviese dudas de firmar. Le importaba muy poco lo que esos bastardos le pidiesen. Lo importante era estar con Sansa. Primero porque ella era su vida... y segundo porque un milagro acababa de ocurrir y aunque todavía no lograba asimilarlo, él nunca iba a dejarla sola en ese trance... pero... aun así no podía dejar de preguntarse, cómo demonios iba a ser padre? ¿Él? ¿Padre?... Cerró los ojos y se masajeó el ceño... ante los gruñidos de protesta de los que esperaban.

Cogió la pluma y poco a poco se acercó al papel. No podía ni imaginarse criando un niño, aunque Sansa, no hacía más que mencionarle a Arya...

"- por mucho que te empeñes, la adoptaste. Te preocupaste por ella y la cuidaste, a tu manera...- le había dicho, cuando él sacaba su genio para no aceptar la situación-. Este embarazo ha sido un milagro... tanto por tu situación, como por la mía.."

Eso era cierto. Él, un guerrero, que no tenía un centímetro de cuerpo sin una herida... y ella una mujer que había sido, maltratado y mancillada...

Al pensar esto dejó caer la pluma, oyendo como contenían la respiración de nuevo. Todavía le dolía solo de pensarlo. Podría matar a Ramsey miles de veces, y aun así no se quedaría satisfecho.

Suspiró, volviendo a coger la pluma. Había sido un milagro, sin lugar a dudas... tendría que aceptarlo de una vez por todas y plantearse su tardía paternidad... pero sobre todo, que Sansa no sufriese más de lo normal... Ella era lo importante...

Volvió a leer el papel, viendo de reojo como sus acompañantes cerraban los ojos desesperados, y luego firmó con toda la tranquilidad que le fue capaz.

- Ya está... Todo correcto... No soy nadie para el Norte...- les dijo mientras les tendía el escrito.

Uno de ellos lo cogió y comprobó la firma. Luego lo miró fijamente y sonrió.

- Voy que lo ha comprendido todo perfectamente..

Sin esperar nada más, se levantaron y salieron del salón de Invernalia, mientras Sandor los miraba, con ganas de hacerles lo mismo que a cierto hijo de carnicero...

Se giró y fijó la vista en las llamas de la chimenea que caldeaban la amplia estancia. Iban a ser días complicados.

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Heridas (Sansa y Sandor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora