Capitulo VII

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Capitulo VII

Se levantó del catre, y despacio, llegó hasta los pies de la cama. Arya acababa de dejar una tosca bandeja de madera. Sobre ella descansaban, un pequeño barreño con agua, jabón, algo para secarse, y ropa. Vio una pequeña daga afilada, y un pequeño espejo. Se quedó un rato observándolo. Cerró los ojos y movió la cabeza de un lado a otro contrariado... No... no eran el momento de verse... Eso tendría que esperar...

Se quitó las pocas ropas que llevaba y, sobreponiéndose al dolor que sentía, empezó a lavarse.

A medida que iba haciéndolo, fue realmente consciente de las consecuencias del enfrentamiento con Gregor. Aparte de la perdida, casi total, de la visión del ojo, vio los hematomas de su pecho, y sintió las protuberancias de algo, que había querido salirse de su cuerpo pero no lo había conseguido.

El dolor era considerable cuando tocaba esas partes, sobre todo su pierna, donde la misma piel le ardía al pasar su mano por ella.

Se dio cuenta de que había adelgazado mucho...Había desaparecido la grasa de su cintura, que acumuló a base de alimentare durante mucho, casi exclusivamente de vino.

Los músculos de sus piernas y brazos habían encogido considerablemente... y notaba como parte de la piel colgaba de ellos... No pudo evitar preguntarse si sería capaz, ahora, de empuñar su espada... Cerró los ojos y sonrió... su espada... Se quedó en esa maldita torre, igual que su hermano.

Cuando consideró que ya se había quitado de encima unos cuantos gramos de mugre y sudor, empezó a vestirse... Ropa interior de gruesa lana, pantalones de cuero, jersey también de lana teñida de negro, chaleco y abrigo de cuero forrado de lana de oveja,...Ropa norteña, sin lugar a dudas. Asombrosamente todo lo veía bastante bien... Se preguntó de dónde lo habría sacado Arya... pero enseguida, recordó a todos los soldados del norte que habían muerto en la toma de la ciudad, y no volvió a hacerlo..

Se colocó el abrigo y de nuevo, miró el espejo. Lentamente fue llevando su mano hacía él y lo cogió.

Llevaba la mayor parte de su vida ignorando la imagen que veía en ellos... Se había prohibido sufrir por su causa, pero ahora, no pudo evitar apretar sus labios con fuerza, alterado al ver su reflejo. Notaba, perfectamente, como la parte del ojo dañado, estaba algo hundida, complementando el desastre que ya era su cara antes... Ambos lados destrozados por el mismo animal... Arrojó el espejo a la cama, pensando que la muerte había sido poco castigo para él...Pidió a los dioses que hubiese sufrido antes de hacerlo.. que el fuego se hubiese cobrado su parte.

Se metió la navaja en uno de bolsillos de su abrigo, dejando su barba tal y como estaba. Era lo que menos le importaba en ese momento.

Cogió aire y se encaminó a la puerta de la tienda. Había comido unas horas antes, pero notaba como no era suficiente. Las piernas apenas le respondían. Menos mal, que pequeña loba le había traído un caballo que le esperaba, fuera, atado a uno de los postes de sustento.

Cuando salió, vio que un escudero, apenas un niño de 11 ó 12 años, le esperaba junto al recio jamelgo.

La primera reacción de Sandor fue despedirlo con brusquedad, pero, se había dado cuenta, de que iba a ser imposible subirse al animal sin su ayuda.

La aceptó sin decir palabra. El niño de huyó de allí en cuanto vio que ya no se le necesitaba, buscando, sin lugar a dudas, un lugar donde hiciese más calor.

Desde encima el caballo contempló la ciudad devastada, por primera vez. La mayor parte del castillo había desaparecido. Solo quedaba en pie una de las torres y parte del cuerpo central donde estaba el salón del trono. El tejado había desaparecido por completo. Todo estaba teñido de negro y gris oscuro... y olía a muerte.

Heridas (Sansa y Sandor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora